Aun si toda la aspiración de la persona está en la Torá de Di-s, que estudia día y noche en aras de ella misma —lishmá—, esto todavía no es en absoluto prueba de que el mal ha sido empujado de su lugar. Puede ser que su esencia y ser se mantiene en toda su fuerza y vigor en su sitio, en el lado izquierdo del corazón, sólo que sus vestimentas —es decir, el pensamiento, la palabra y la acción del Alma Animal— no están investidas en el cerebro, la boca, las manos o el resto de las partes del cuerpo, porque Di-s ha otorgado a la mente supremacía y dominio sobre el corazón. Por lo tanto, el Alma Divina en la mente gobierna a la "pequeña ciudad", es decir, todas las partes del cuerpo haciendo que se vuelvan "vestimenta y vehículo" a través de las cuales se expresan ("visten") sus tres "vestimentas", a saber, el pensamiento, la palabra y la acción de los 613 mandamientos de la Torá.
Sin embargo, en el beinoní, el Alma Divina no tiene preponderancia en su esencia y ser sobre la esencia ser del Alma Animal, salvo en aquellos momentos cuando su amor a Di-s se manifiesta en su corazón en ocasiones propicias, como durante la plegaria y similares. E incluso en esas [ocasiones], se limita sólo a la preponderancia y al dominio, como está escrito: "Y una nación prevalecerá sobre la otra" — 'Cuando ésta se alza, aquella cae; y cuando aquella se alza [ésta cae]'". Así, el Alma Divina logra vigor y ascendencia sobre el Alma Animal de la fuente de la fuerza [Guevurot], que es el entendimiento [Biná], meditando sobre la grandeza de Di-s, el bendito Ein Sof, y haciendo nacer [con ello] un intenso y ardiente amor a Di-s en el lado derecho de su corazón; entonces, [cuando domina al Alma Animal con su intenso y revelado amor a Di-s,] se subyuga la sitrá ajará en el lado izquierdo del corazón. Pero no es totalmente anulada, en el caso del beinoní, sino en el [del] tzadík, respecto de quien se ha dicho: "Mi corazón está vacío dentro de mi". El ["tzadík completo"] detesta el mal y lo aborrece con un odio pleno, o con un odio no tan perfecto [si es un "tzadík incompleto], como ha sido explicado antes.
Pero en un beinoní [el mal sólo yace aletargado], como ocurre, por ejemplo, con un hombre dormido que puede volver a despertarse de su sueño [en cualquier momento, y reactiva sus facultades]. Así está como en letargo el mal en el beinoní, en el lado izquierdo del corazón, durante la Lectura del Shemá y la Amidá, cuando su corazón arde con el amor a Di-s. [Por eso,] después de la plegaria puede volver a despertarse.
Por este motivo Rabá se consideró un beinoní, a pesar de que su boca nunca dejó de estudiar [Torá], y su deseo estaba en [estudiar] la Torá de Di-s día y noche con avidez, pasión, ansiedad y alma anhelante de Di-s con un amor inmenso, como el experimentado en el momento de la Lectura del Shemá y la Amidá. A sus propios ojos se consideraba un beinoní que reza todo el día [conserva el nivel logrado durante la plegaria], como, en efecto, han dicho nuestros Sabios: "¡Ojalá el hombre rezara el día entero!"