Todas las condensaciones constituyen "un velar del Semblante [Divino]"; es decir, cubren con un velo y ocultan [el "rostro", o sea, los aspectos esenciales de] la luz y la fuerza vital que se derivan de Su Palabra, bendito sea, de manera que ésta no se revele con una intensidad excesiva que los [mundos] inferiores serían incapaces de recibir. Por eso, también, la luz y la fuerza vital de la Palabra de Di-s que está investida en ellos les parece como si fuera algo separado de Di-s Mismo, sólo que emana de El, tal como el habla de un ser humano proviene del alma [de éste]. Sin embargo, con respecto a Di-s, ninguna condensación, ocultamiento o velo, oculta u oscurece cosa alguna de El; para El, "la 'oscuridad' y la 'luz' son lo mismo", como está escrito: "Tampoco la oscuridad puede oscurecer [cosa alguna] de Ti". Porque los tzimtzumím y los "velos" no son cosas distintas de El, Di-s libre, [ya que nada está separado de El] sino que son "como la tortuga, cuya vestimenta es parte de su cuerpo", como está escrito: "Di-s — El es el Señor", como se explica en otro lugar. Por eso, en Su presencia, todo lo demás es considerado como nada.