Por eso las mitzvot son descriptas en forma figurativa como "órganos del Rey". Pues tal como los órganos del cuerpo humano son una vestimenta para su alma, y están completa y totalmente sometidos a ella —como se evidencia del hecho de que apenas la persona desea estirar su mano o pie, estos obedecen su voluntad inmediatamente, sin mandato o instrucción a ellos, y sin demora, sino que [obedecen] en el preciso instante en que se ha suscitado su voluntad [de hacerlo]—, así también la fuerza vital que anima la ejecución y el cumplimiento de los mandamientos está completamente sometida a la Voluntad Divina investida en ella y [esta fuerza vital] se vuelve, [para la Voluntad Divina,] como un cuerpo para el alma.