De esta manera podemos comprender el comentario de nuestros Sabios que "los beinoním son juzgados por ésta y ésta" [2es decir, su Inclinación al Bien —Iétzer Tov— y su Inclinación al mal —Iétzer HaRá—], como está escrito: "El [—Di-s —] Se alza a la derecha del pobre, para salvarlo de aquellos que juzgan su alma".
Nótese que [nuestros Sabios] no dijeron "El es gobernado por ambas", Di-s libre, porque cuando la naturaleza de mal logra gobierno y dominio sobre la "pequeña ciudad", aunque sea momentáneamente, en esos momentos es considerado "malvado" (rashá).
Mas bien, la Inclinación al Mal [del beinoní], no es más que, a modo de ejemplo, un magistrado o juez que expresa su opinión sobre un punto de la ley pero cuya decisión no es necesariamente final porque hay otro magistrado o juez que está en desacuerdo con él. Entonces, [para llegar a una decisión comprometedora,] se hace necesario arbitrar entre ambos, y el veredicto final recaerá en el árbitro.
Análogamente [en la batalla entre la Inclinación al Mal y la Inclinación al Bien:] la Inclinación al Mal expresa su opinión en el lado izquierdo del corazón [del beinoní]. Desde el corazón [el deseo] asciende [automáticamente] a la mente para la contemplación, y de inmediato es desafiado por el segundo "juez", el Alma Divina [que reside] en el cerebro, que se extiende hacia el lado derecho del corazón donde mora la Inclinación al Bien. El veredicto final está en manos del árbitro —el Santo, bendito sea—, quien ayuda a la Inclinación al Bien [haciéndole posible prevalecer sobre la Inclinación al Mal]. Como dicen nuestros Sabios: "[la Inclinación del hombre hacia el mal se fortalece día a día,... y] si el Todopoderoso no le ayudara [a la Inclinación al Bien], no podría superarla". La ayuda [que le da Di-s] es el resplandor de la luz Divina que ilumina su Alma Divina, a fin de que pueda lograr supremacía y dominio sobre la necedad del "necio", la Inclinación al Mal, [un dominio] que se equipara con la superioridad de la luz sobre la oscuridad, como se ha explicado antes.