Conforme la afirmación en el Cap. 20 de Sefer HaGuilgulím, citado en Likutéi Amarím, esta radiación del Kav de la [infinita] luz Ein Sof se inviste primero en la luz de Atzilut en Asiá, y de allí a la Beriá y Ietzirá en Asiá, y de ellas a la categoría de la luz de la neshamá del maljut de maljut de Asiá. De esto deriva el poder y fuerza [creadores] en la culminación del klí del maljut de maljut de Asiá dentro del Elemento Tierra.
Este es el efecto constante y eterno, en toda la tierra, de la aserción creadora "Que la tierra produzca hierbas..." (en un modo de infinitud, y no sólo durante los Seis Días de la Creación, como con el mandato "Que las aguas produzcan [una abundancia de criaturas que se arrastran]", y el mandato "Que la tierra produzca seres vivientes". [Estos mandatos derivan] de la jojmá del maljut de maljut de Asiá. Pues durante los Seis Días del Comienzo brilló en este mundo una radiación de la [infinita] luz Ein Sof en un modo de bondad gratuita, sin ninguna elevación [previa] de máin nukvín en absoluto). [El mandato "Que la tierra haga brotar...", en contraste, opera constantemente] para hacer que pastos, árboles y frutos broten a la substancialidad a partir de la nada, constantemente, año tras año. Esta [constancia] es una suerte de infinitud, pues si este mundo fuera a existir por miríadas de miríadas de años, ellos seguirían brotando año tras año. Hay, sin embargo, algunas [plantas, árboles y frutos] que resultan de una [previa] "elevación de máin nukvín", a saber, aquellas que son sembradas y plantadas. No obstante, [también] éstas son como iesh meáin, porque la semilla plantada no tiene proporción alguna con el fruto, ni tampoco con todo el árbol con sus ramas y hojas. Lo mismo se aplica a las diversas especies de semillas y vegetales, y a las diferentes especies de grano: que cientos de granos cobren existencia de un único grano se asemeja a iesh meáin; y cuánto más es así respecto de su paja y espigas de grano.
Ahora bien, estos frutos [que crecen] por medio de una "elevación de máin nukvín" —es decir, sembrando y plantando— son muy, muy superiores a aquellos que surgen por sí mismos, solamente por la propiedad vegetativa del suelo. Y de ello podremos comprender [el concepto de] la atracción de los orot Supremos a los Mundos de Atzilut, Beriá, Ietzirá y Asiá (que es el máximo propósito de la creación del hombre), como está escrito en otra parte.