La diferencia entre [ocasionar una Divina] residencia interior [mediante el estudio colectivo] y la adjudicación de una recompensa [al estudiante individual], es entendida por los pensadores con discernimiento.

Pues la adjudicación de una recompensa es lo que sucede cuando Di-s ilumina "el alma que Lo busca" con la luz de Su Torá, que es la vestimenta en la cual Di-s Mismo Se envuelve, tal cual. Por esta razón la Torá es llamada "luz", como está escrito: "El Se atavía en luz, como con una vestimenta".

Ahora bien, el alma es limitada y finita en todas sus facultades. Por lo tanto, la luz de Di-s que irradia en ella también es limitada y contraída, e investida en su interior. Es por ello que los corazones de aquellos que buscan a Di-s se inspiran extáticamente en el momento de la plegaria y sus similares. Pues sus corazones se regocijan en El y se alborozan "incluso con regocijo y canto", y sus almas se deleitan en la agradabilidad de Di-s y Su luz cuando se revela a través de la cobertura con la que [Di-s] Se atavía, que es la Torá; "y Su flecha sale al igual que un rayo". Esta es la asignación de la recompensa por [el estudio de] la Torá, que siempre está fija en el alma que se esfuerza en ella.