Por esta razón nuestros Sabios determinaron que, con la plegaria, [la persona debe conducirse] "como si estuviera de pie ante el rey". Al menos debería mostrarse como si estuviera parado [ante el rey] a la vista de todos los que miran sus acciones y palabras con ojos físicos, pese a que un necio no tiene pensamiento. Fue respecto de esta cuestión que se instituyeron todas las plegarias, [como resulta evidente] para quienquiera medita profundamente en ellas. Mas quien no demuestra ésta [toma de conciencia], es culpable de una ofensa capital, y de él se dijo en el sagrado Zohar que "trae desprecio al Orden Supremo, demuestra estar separado [de la santidad], y carece de parte en el Di-s de Israel", líbrenos el Cielo.
Por lo tanto, actúo como agente de nuestros Sabios para establecer un decreto a aplicarse a todos por igual: No ha de hablarse charla vana alguna desde el momento en que el Shlíaj Tzibur (Oficiante) comienza a recitar las plegarias hasta el final del último Kadísh, en Shajarit, Minjá y Maarív. Y quien lo desobedezca intencionalmente se sentará sobre el suelo y pedirá a tres personas que lo liberen de la excomunión celestial [que resulta de desobedecer un decreto rabínico]. "Deberá arrepentirse [resolviendo enmendar su conducta,] y será curado", y retroactivamente no se le habrá aplicado excomunión alguna, pues ya inicialmente sólo se aplicó a aquellos que se sublevan y pecan intencionalmente, a quienes no les importa en absoluto procurar expiación [como debieran] del Cielo y del hombre por este gravísimo pecado. Además, [esta excomunión se aplica] sólo cuando se habla deliberada y descaradamente, pero no a quien se olvida o pronunció sin querer un par de palabras, el que no requiere ser liberado [de la excomunión] en absoluto. "Y Di-s, Quien es justo, examina el corazón y los riñones".
"Sé benevolente, Di-s, con los buenos, y con quienes son rectos en sus corazones".