Tras haber inquirido primero como es debido por el bienestar de aquellos que aman el Nombre [de Di-s], aquellos del pueblo que se ofrecen voluntariamente para practicar la justa caridad de Di-s con Su Tierra Santa dando año tras año una suma fija de dinero para [los habitantes de] nuestra Tierra Santa —¡sea reconstruida y establecida rápidamente, en nuestros días!—, "que mi palabra [llame]" a ellos y "fluya mi habla cual rocío" a fin de azuzar a quienes son [naturalmente] céleres, y fortalecer manos débiles, de modo que contribuyan dinero para la Tierra de Israel cada semana, o al menos cada mes, de la cantidad asignada para el año, proporcionalmente, así como también todo el "dinero consagrado" que cada individuo se vio inspirado a donar anualmente (sin [constituir] promesa) para el sustento de nuestros hermanos que viven en la Tierra Santa.
[Así debe hacerse] pues, todos conocen la enorme virtud de la presteza en cuanto a todos los mandamientos, de la cual se habla repetidamente en las palabras de nuestros Sabios, sea su memoria bendición. [Por ejemplo:] "La persona debe estar presta en todo momento para [cumplir] un mandamiento...". Así, es [el mérito de] "la ansiosa premura de nuestro padre Avraham" (sea la paz con él) [al apurarse a la Akeidá, la Ligazón de Itzjak], el que perdura para nosotros y nuestros hijos, por siempre. Pues la Akeidá misma [que Di-s rememora constantemente], en verdad no es considerada una prueba tan grande al compararse con la estatura de nuestro padre Avraham, sea la paz con él, especialmente al considerar que Di-s Mismo le dijo: "Por favor, toma a tu hijo... [y tráelo como ofrenda]". Después de todo, hubo numerosos individuos santos que entregaron sus vidas por la santificación de Di-s, aun cuando El no les habló a ellos. Es que nuestro padre Avraham —sea la paz con él— lo hizo con maravillosa presteza a fin de demostrar [también a otros] su alegría y ansioso deseo de cumplir la voluntad de su Amo y causar la satisfacción de su Hacedor. Por cierto, fue de él, [del ejemplo de Avraham, y con el poder que él invistió en todos sus descendientes,] que nuestros Sabios aprendieron [que se requiere presteza] para el cumplimiento de todos los mandamientos en general, y en particular respecto del acto de caridad que es superior a todos ellos pues protege y salva, mediante sus "frutos [que son retribuidos] en este mundo", de toda suerte de calamidades que puedan producirse —como está escrito: "Y la tzedaká salva de la muerte"—, y con más razón [protege y salva] de otros tipos de sufrimiento que son más leves que la muerte. Por lo tanto, es con más razón en nuestro beneficio, incluso en este mundo, ser tan expeditivos como sea posible en ello, pues, después de todo, "El hombre es juzgado todos los días".
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