Mis queridos, mis hermanos:

Os ruego, amigos que son amados por su Hacedor y odiados por su Inclinación al Mal: ¡No hagáis el mal! Que nadie haga de sí mismo un rashá (malvado) ante Di-s durante [aquella] una hora que El ha escogido de todo el día para que [la gente] pueda congregarse y pararse ante El en esta hora. Pues éste es un tiempo auspicioso ante El para que El Se revele, y para venir al "santuario en miniatura" a visitar a la Shejiná de Su Gloria "que mora con ellos, [con el pueblo judío,] en medio de su impureza" y ser accesible a aquellos que Lo buscan, Le suplican y Lo anhelan.

Quien habla de sus necesidades [en este auspicioso momento] muestra que no desea contemplar y ver la manifestación de la majestuosa gloria [de Di-s]. Así, se convierte en una impura carroza al "Tonto Supremo" de quien se dijo: "El tonto no desea entendimiento...", como escribieron el Zohar y el AríZal. Esto significa que [este individuo] no desea contemplar y ver el glorioso esplendor de la grandeza del Rey de reyes —el Santo, bendito sea— que se revela en esta hora en lo Alto. También [se revela] abajo, a aquellos que sinceramente desean observar Su gloria y grandeza que se envuelve e inviste en las palabras de la plegaria por todos conocida, y que se revela a cada individuo conforme su intelecto y la raíz de su alma, como está escrito: "El hombre es alabado (iehulál/ יהולל) conforme [la medida de] su intelecto", según [esta palabra es] deletreada iehalél/יהלל (alabará).

Ahora bien, el Reino Celestial es similar al reino terrenal. La costumbre del rey es que su poder esté oculto en [sus] cámaras más recónditas, con varios guardias en las puertas, (de modo que) muchos aguardan días y años [con la esperanza de] contemplar su poderío y gloria. Ahora bien, cuando él desea ser visto por todos, y proclama a lo largo de todo su reino que [sus súbditos] se congreguen y paren ante él de modo que les pueda mostrar su majestuosa gloria y el exaltado esplendor de su grandeza — quienquiera se pare ante él y no le importe verlo, ocupándose [en ese momento] de sus propias necesidades, ¡cuán bajo, necio e insensible es! Parece un animal a los ojos de todos.

Además, es un desprecio para el rey cuando muestra ante él que complacerse y deleitarse contemplando su gloria y belleza no es de más estima a sus ojos que dedicarse a sus propias necesidades. Lo que es más, constituye una ofensa capital frente al rey exhibir cómo ofende y desprecia al rey a los ojos del público. De esto está escrito: "Y los tontos suscitan el insulto", es decir, que aunque él es un tonto, no debería "suscitar el insulto", haciéndolo aparente a todos.

Por esta razón nuestros Sabios determinaron que, con la plegaria, [la persona debe conducirse] "como si estuviera de pie ante el rey". Al menos debería mostrarse como si estuviera parado [ante el rey] a la vista de todos los que miran sus acciones y palabras con ojos físicos, pese a que un necio no tiene pensamiento. Fue respecto de esta cuestión que se instituyeron todas las plegarias, [como resulta evidente] para quienquiera medita profundamente en ellas. Mas quien no demuestra ésta [toma de conciencia], es culpable de una ofensa capital, y de él se dijo en el sagrado Zohar que "trae desprecio al Orden Supremo, demuestra estar separado [de la santidad], y carece de parte en el Di-s de Israel", líbrenos el Cielo.

Por lo tanto, actúo como agente de nuestros Sabios para establecer un decreto a aplicarse a todos por igual: No ha de hablarse charla vana alguna desde el momento en que el Shlíaj Tzibur (Oficiante) comienza a recitar las plegarias hasta el final del último Kadísh, en Shajarit, Minjá y Maarív. Y quien lo desobedezca intencionalmente se sentará sobre el suelo y pedirá a tres personas que lo liberen de la excomunión celestial [que resulta de desobedecer un decreto rabínico]. "Deberá arrepentirse [resolviendo enmendar su conducta,] y será curado", y retroactivamente no se le habrá aplicado excomunión alguna, pues ya inicialmente sólo se aplicó a aquellos que se sublevan y pecan intencionalmente, a quienes no les importa en absoluto procurar expiación [como debieran] del Cielo y del hombre por este gravísimo pecado. Además, [esta excomunión se aplica] sólo cuando se habla deliberada y descaradamente, pero no a quien se olvida o pronunció sin querer un par de palabras, el que no requiere ser liberado [de la excomunión] en absoluto. "Y Di-s, Quien es justo, examina el corazón y los riñones".

"Sé benevolente, Di-s, con los buenos, y con quienes son rectos en sus corazones".