Ahora bien, es por todos sabido que el alma del hombre [judío] incluye en sí diez sefirot: jojmá, biná, dáat, etc. Aunque éstas [facultades del alma] derivan, todas, del aliento de Su boca —como está escrito: "Y El sopló en sus fosas nasales [el alma de vida]"—, no obstante, más específicamente, [las facultades de] JaBaD de su alma son análogas a las [emanaciones intelectuales Divinas de] JaBaD en las Diez Sefirot. Estas son denominadas Aba e Ima. Los atributos [emocionales] de su alma —amor y temor [a Di-s], etc.— son analogía de las [primeras seis] midot de las Diez Sefirot, que [colectivamente] se llaman Zeéir Anpín (lit.: "Pequeño Semblante"). Y la facultad del habla en su alma es analogía del Habla Suprema, [la sefirá] denominada maljut y Shejiná, y por eso, cuando habla palabras de Torá, estimula el Habla Suprema, unificando con ello la Shejiná. Es por eso que tenemos por establecido que para la Lectura del Shemá, las Gracias Después de las Comidas, y para [el estudio de] palabras de Torá, la persona no se ha eximido de su deber con la meditación sin habla.

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