Ahora bien, los seres celestiales no tienen el poder [necesario] para refinar y elevar aquello que está [en exilio] en kelipat noga como resultado de la "rotura de los recipientes". Sólo los seres terrenales [pueden hacerlo], porque están investidos en un cuerpo material, [conocido como] "la piel de la serpiente", que deriva de kelipat noga. Estas [almas encarnadas] debilitan su fuerza [—la de esta kelipá—] quebrando las pasiones, subyugando de esa manera a la sitra ajará, de modo que "todos los obreros del mal [las kelipot] serán dispersados". Por eso los seres celestiales vienen a escuchar las novedades de Torá de los seres terrenales, [para oír] los secretos de sabiduría que ellos innovan y revelan, hasta ese momento cautivos en exilio. Cada judío puede revelar secretos de sabiduría, (revelar) y descubrir un discernimiento novedoso, ya sea en la halajá o la agadá, en los [planos] revelados o místicos [de la Torá], conforme la naturaleza de la raíz de su alma. De hecho, uno tiene el deber de hacerlo, para perfeccionar su alma al elevar todas las chispas que cayeron en su porción y suerte, como es sabido. (Lo que es más, cada enseñanza de Torá, y especialmente una enseñanza halájica, es una chispa de la Shejiná, que es la palabra de Di-s. En las palabras de la Guemará: "La frase 'palabra de Di-s' denota la Halajá". Esto coincide con el principio cabalístico acerca de maljut de Atzilut que viste a jojmá de Atzilut, las que están investidas [ambas] en maljut de Ietzirá, y cayeron dentro de kelipat noga con la "rotura de los recipientes"). Así, la Guemará enseña que el Santo, bendito sea, dice de quienquiera se dedica al estudio de la Torá: "Yo se lo considero como si hubiera redimido a Mí y a Mis hijos de entre las naciones del mundo".