Ahora bien, esta luz —oculta para los justos para el Futuro Venidero, llamada "agradabilidad de Di-s" y "placentera sed" de "deleite en Di-s", y también "400 Mundos de Anhelo (Almín deKisufín) en los que se deleitan los tzadikím...", como está escrito: "400 shekalím de plata (késef)..."— tiene, pues, muchos peldaños y niveles, uno por encima de otro. Pero el minúsculo resplandor que desciende nivel tras nivel para crear esta vestimenta [para el alma] pertenece al nivel más bajo de esta luz. Metafóricamente hablando, es denominado el nivel exterior, o ajoráim, como se declara en el Zohar, folio 208b (comp. con Mikdash Mélej) y 210b: "Y aquello que queda...".
Ahora bien, tal como en el alma del hombre hay una facultad para el placer —ésta se deleita con aquello que encuentra placentero, como ser la concepción de un nuevo discernimiento y similares— siendo el aspecto exterior y postrero de su poder y estado de deleite su facultad de voluntad —deseando aquello que desea, es decir, algo que no implica dolor, pues el dolor es lo contrario al deleite—, así también, metafóricamente hablando, es con la [infinita] luz Ein Sof, como si fuera: La Voluntad Suprema es el aspecto exterior y postrero del [mencionado] Deleite Supremo, la "agradabilidad de Di-s", la "placentera sed", y los "Mundos de Anhelo". Aunque estos [Deleite y Voluntad Supremos] están fusionados en una unidad absoluta —pues El, bendito sea, y Su Voluntad, son uno, y no, Di-s libre, como la voluntad del hombre, ni total ni parcialmente, sin que exista similitud cualquiera entre ellos—, no obstante ello "la Torá se expresó en el lenguaje humano" a fin de "modular para el oído aquello que éste es capaz de escuchar", con alegoría y metáfora vinculada al alma del hombre, compuesta por la facultad de placer, voluntad, sabiduría, entendimiento, etc. Esto es empíricamente evidente, pues cuando una persona concibe algún nuevo discernimiento maravilloso, entonces, en ese momento al menos, nace en su mente un maravilloso deleite. De esto surge que [la capacidad de] el placer supera en mucho la facultad de intelecto y sabiduría; sólo que [el placer] se inviste en la facultad de intelecto y sabiduría. Y cuando el hombre siente [un tema de] intelecto y sabiduría, o sea, lo capta y comprende bien, entonces también percibe la facultad de placer investida en [el tema de] la sabiduría. A ello se debe que el sagrado Zohar denomine "Mundo Venidero" a la facultad de biná: Pues es el estado de manifestación de jojmá, junto con el deleite investido en ella, que captan los justos en el Jardín del Edén, y conciben [nuevos discernimientos] en el pnimiut [es decir, la dimensión más interior, mística,] de la Torá. Pues la Torá deriva de jojmá, y la Torá y el Santo, bendito sea, son todos uno.
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