Este [nivel de amor] es el que las Escrituras describen como ahavá betaanuguím ("un amor gozoso"); es la experiencia del deleite por la Divinidad, un saboreo previo del Mundo Venidero. Este placer es [sentido] en el cerebro que contiene jojmá (sabiduría) e inteligencia, que goza al percibir y conocer a Di-s, en la medida de su capacidad y su inteligencia. [Este deleite] es el nivel de Agua y "semilla", es decir, la luz que se siembra en la santidad del Alma Divina, que transforma en bien el elemento Agua en el alma Animal del que previamente había surgido la pasión por el placer físico.
De modo similar está escrito en Etz Jaím, Portal 50, cap. 3, en nombre del Zohar, que el mal [del Alma Animal] se transforma y se convierte en bien perfecto como la Inclinación al Bien misma, cuando se lo despoja de sus "vestimentas sucias", que son los placeres mundanos en los que se había investido.
Del mismo modo, [El Alma Divina desea que] todas las demás emociones del corazón, que son derivadas del temor y del amor, sean dedicadas a Di-s exclusivamente. Asimismo [respecto de los demás órganos del cuerpo, que] toda la facultad del habla que está en la boca, y el pensamiento que está en la mente, se llenen exclusivamente con las vestimentas Divinas del pensamiento y el habla del alma, que son los pensamientos de Di-s y Su Torá, de los que hablará todo el día, "su boca nunca cesa de estudiar", y que la facultad de acción conferida a sus manos y al resto de sus 248 órganos —siendo ésta [facultad] la tercera de las vestimentas del Alma Divina— esté dedicada al cumplimiento de las mitzvot.
Pero el Alma Animal derivada de kelipá desea justo lo opuesto; [pero lo quiere] para el beneficio del hombre, a fin de que él prevalezca sobre ella y la venza, como en la parábola de la ramera [referida] en el santo Zohar.