Por el contrario, si una persona es de aquellas que comen carne glotonamente y se llenan de vino por gula a fin de satisfacer su apetito corporal y Alma Animal, entonces, como este apetito por los placeres pertenece al elemento Agua de los cuatro elementos de mal del Alma Animal, la vitalidad que está dentro de la carne y del vino que ha ingerido se degrada y es absorbida temporalmente en el mal total de las tres kelipot impuras. Su cuerpo [—el del glotón—] se convierte en una vestimenta y un "vehículo" para estas kelipot temporalmente, hasta que la persona se arrepienta y retorne al servicio de Di-s y a su Torá. Porque en tanto la carne y el vino eran kasher y permisibles, puede revertirse y ascender con él cuando retorna al servicio de Di-s. Esto está implícito en el término heter ("permisibilidad") y mutar ("permitido"), vale decir, que no está atado y cautivo (asur) por el poder de las "fuerzas extrañas" impidiéndole que regrese y ascienda a Di-s. Sin embargo, [aun cuando esta energía regresa a Di-s] queda en el cuerpo un resabio [de mal]. Y por este motivo el cuerpo debe pasar por el "Purgatorio de la Tumba", como será explicado más adelante.
Así es también con respecto a la vitalidad de las gotas de semen emitidas del cuerpo con avidez animal por aquel que no se ha comportado con santidad durante la intimidad con su mujer durante su estado de pureza.
No es así el caso con las comidas prohibidas y el coito ilícito, que [porque son actos prohibidos] derivan [su vitalidad] de las tres kelipot totalmente impuras. Estos están cautivos y atados por las "fuerzas extrañas" para siempre. No se elevan [de las kelipot] hasta que "llegue su día", cuando [el mal desaparecerá totalmente de la tierra porque] "la muerte será tragada [—erradicada—] para siempre, como está escrito: "Y Yo eliminaré el espíritu de la impureza de la tierra". O hasta que [el pecador] se arrepienta tan sinceramente que sus pecados premeditados se vuelvan verdaderos méritos. Esto es [logrado mediante] el "arrepentimiento por amor [a Di-s]" proveniente de las profundidades del corazón, con gran amor y fervor, y de un alma que apasionadamente desea unirse al Di-s bendito, y sedienta de Di-s como un suelo reseco y árido [tiene sed de agua]. Porque, dado que hasta ahora, [antes de arrepentirse,] su alma había estado en un desierto árido y a la sombra de la muerte —que es la sitrá ajará— y muy alejada de la luz del Divino Semblante, en la máxima medida posible, en consecuencia su alma está [ahora, al "arrepentirse por amor",] todavía más sedienta que las almas de los justos [que jamás pecaron]. Tal como dijeran nuestros Sabios: "Donde están los penitentes [no pueden pararse los perfectamente justos]". [Sólo] en lo que se refiere al arrepentimiento surgido de tan inmenso amor se ha dicho que los pecados premeditados [del penitente] se transforman, para él, en virtudes, ya que a través de ellos ha llegado a este gran amor.
Pero en el caso del arrepentimiento que no proviene de un amor tal, aunque sea un arrepentimiento adecuado y Di-s seguramente lo perdonará, no obstante [sus pecados] no son transformados para él en virtudes. Ellos [no son liberados y por lo tanto no] ascienden completamente de la kelipá "hasta el tiempo final" cuando "la muerte será tragada para siempre".