El Beinoní ("hombre intermedio") es aquel en el cual el mal [del Alma Animal] nunca logra suficiente poder como para conquistar la "pequeña ciudad" [—el cuerpo, que las almas Divina y Animal pretenden conquistar—], como para investirse en el cuerpo y hacerlo pecar. Es decir, las tres "vestimentas" del Alma Animal —que son el pensamiento, la palabra y la acción— que se originan en la kelipá, no prevalecen en él sobre el Alma Divina como para investirse en el cuerpo —[ya sea] en el cerebro, en la boca, o en alguno de los demás 248 órganos— para hacerlos pecar e impurificarlos, Di-s libre.

Unicamente las tres vestimentas del Alma Divina, sólo ellas se invisten [y manifiestan] en el cuerpo, siendo éstas el pensamiento, la palabra y la acción relacionados con los 613 mandamientos de la Torá. El beinoní nunca ha cometido transgresión alguna en su vida, ni tampoco hará jamás una transgresión; jamás se le ha aplicado el nombre de "rashá", ni siquiera temporariamente, ni por un solo momento, en toda su vida.