"¡David! ¿Los llamas 'cantos'?" En el Zohar [encontramos la expresión]: "La alabanza de Torá y su canto" [—la Torá es un himno y un canto a Di-s—]. Hay que comprender cuál es la alabanza de Di-s cuando un objeto en particular está prohibido o permitido.
Un concepto similar está implícito en [el versículo]: "¡Cuán grandes son Tus obras, Di-s, muy profundos son Tus pensamientos". Como es sabido, todos los mundos, superiores e inferiores, dependen de la cuidadosa ejecución de una única mitzvá. Por ejemplo, si una ofrenda [para el Altar] es válida, produce entonces una Unión Suprema [en las sefirot], y todos los mundos se elevan para recibir su fuerza vital y sustento espiritual. Sin embargo, si [quien la trajo] alteró [los precisos requerimientos de la ley] —por ejemplo, recibió la sangre de la ofrenda con su mano izquierda, o en un recipiente inválido, o si hubo una interposición— se anulan todas las elevaciones de los mundos [que se hubieran logrado] y su fuerza vital y sustento [que hubieran recibido] de la Fuente de Vida, el Ein Sof, bendito sea. Así también, por medio de [el uso de] tefilín aptos se revela el Intelecto Supremo de Zu"n [Zá y maljut de Atzilut], la fuente de vida para todos los mundos. No obstante, con [la omisión de] un detalle requerido son invalidados, y el Intelecto parte. Lo mismo es [válido] para los pormenorizados requerimientos de los preceptos negativos: [un único detalle afecta a todos los mundos].
En consecuencia, que la persona medite cuán grandes son las obras de Di-s en la multiplicidad de mundos y todas sus huestes, y cómo todos estos son literalmente nulos en comparación con uno solo de los requerimientos específicos de la Torá, pues éste es la profundidad del pensamiento Supremo y la sabiduría Divina. Pues a través de [la observancia de] una especificación menor, todos los mundos ascienden y reciben su fuerza vital y sustento espiritual — o a la inversa, Di-s libre. De esto podemos reflexionar acerca de la prodigiosa profundidad de Su pensamiento —bendito sea—, que es ilimitado y sin fin, y que trasciende infinitamente la vitalidad de todos los mundos. Pues todo el poder vivificante de estos fluye de un requerimiento menor del pensamiento de Di-s, [requerimiento éste] emanado de su fuente, esto es, la profundidad del pensamiento de Di-s [que lo especificó], al estilo de como, a modo de ejemplo, el cabello del hombre surge de su cerebro, como es sabido de Tikunéi Zohar e Idrá Rabá.
Esta fue la alegría del Rey David —sea sobre él la paz— mientras cantaba y entonaba para deleitar su corazón con el estudio de la Torá en su momento de angustia.