Ahora bien, la actitud basada en los consejos previamente mencionados —ver a su cuerpo con desprecio y desdén, y hallar alegría en la alegría del alma misma— constituye un camino directo y fácil para llegar al cumplimiento de la mitzvá de "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" respecto de cada judío, tanto grande como pequeño [en estatura espiritual].

Pues dado que su cuerpo le es despreciado y desdeñado, y en cuanto al alma y al espíritu, [las diferencias entre la suya y la de sus semejantes no mermará el amor mutuo, pues] ¿quién puede conocer su grandeza y excelencia en su fuente y raíz, el Di-s viviente? Además, en realidad, todas [las almas] son iguales, todas tienen un mismo padre. Es en virtud de ésta [raíz en el Di-s Unico] que todos los de Israel fueron llamados "hermanos", en el más pleno sentido de la palabra, sólo que los cuerpos son distintos entre sí. Por lo tanto, no puede haber amor y fraternidad verdaderos entre aquellos que consideran primarios sus cuerpos y secundarias sus almas, sino solamente [un amor] dependiente de un factor externo.

Esto explica lo que dijera Hilel el Anciano en referencia al cumplimiento de esta mitzvá: "Eso es toda la Torá, el resto no es más que su comentario". Porque la base y raíz [del objetivo] de toda la Torá es alzar y elevar al alma muy por encima del cuerpo, hacia [Di-s] la raíz y fuente de todos los Mundos, y también atraer la luz infinita del Ein Sof a la Comunidad de Israel —como se explicará más adelante—, o sea, hacia la fuente de las almas de todo Israel, para que "el [Di-s] Unico more dentro de [Israel, sólo en tanto sean] uno", pero no [es posible esta presencia de la luz del Ein Sof dentro de la Comunidad de Israel] si hay desunión entre las almas, Di-s libre, porque "Di-s no mora en un lugar imperfecto", como está escrito: "Bendícenos, Padre nuestro, a todos como uno, con la luz de Tu Semblante", y como se ha explicado en detalle en otra parte.