También éste será [otro medio de conducir al alma a] el verdadero regocijo, particularmente en esos momentos específicos en que encuentra necesario purificar su alma e iluminarla con el júbilo del corazón: que ahonde en el pensamiento y bosqueje en su intelecto y en su entendimiento el concepto de la verdadera unidad de Di-s. [Que considere] cómo El permea ("llena") todos los mundos, tanto superiores como inferiores. [Que considere también] cómo aun este mundo está lleno de Su gloria, y cómo todo carece de realidad alguna en Su presencia. El es realmente Uno solo en los [planos] superiores e inferiores, tal como El estaba solo antes de los seis días de la Creación. Aun en el mismísimo lugar en el que este mundo —el cielo, la tierra y todas sus huestes— fueron creados, El solo llenaba este espacio entonces. Y también ahora es así: El es Uno solo, sin cambio alguno. Porque en relación con El, la mismísima existencia de todos los seres creados es totalmente nula. [Todos los seres creados están anulados a Di-s] tal como las letras del habla y del pensamiento están anuladas dentro de su fuente y raíz, es decir, la sustancia y esencia del alma, o sea, sus diez facultades, jojmá, biná y dáat, etc., en las cuales aún no hay letras, antes de ser investidas en la vestimenta del pensamiento [como se ha explicado extensamente en los caps. 20 y 21, véase allí]. En otra parte esta idea se ilustra más detalladamente mediante una analogía de un fenómeno físico: la anulación del brillo y la luz del sol dentro de su fuente, la esfera solar celeste. Porque sin duda su brillo y luz alumbran e irradian también allí, y de hecho con más fuerza que como alumbran e irradian en el espacio del universo. Pero allí, [dentro del sol,] su existencia misma se anula dentro de la de su fuente; es como si [la luz] fuera absolutamente inexistente.
Exactamente así, hablando en forma figurada, la existencia misma del mundo y todo lo que hay en él se anula respecto de su fuente, que es la luz del Ein Sof, bendito sea, como se explica allí en detalle.
Ahora bien, cuando la persona medita con profundidad y prolongadamente acerca de esta idea [de la verdadera unidad de Di-s], su corazón se regocijará con esta fe6*; su alma se alegrará con ella al punto de regocijarse y cantar con todo su corazón, su alma y su fuerza. Porque [esta fe] es tremenda. [Cuando llena la mente de la persona] constituye realmente [una experiencia de] cercanía a Di-s. Este es todo el [objetivo del] hombre, y el objetivo para el cual él, y todos los mundos, tanto superiores como inferiores, han sido creados: que Di-s tenga aquí abajo una morada, como se explicará más adelante en detalle.
¡Cuán grande es la alegría de una persona vulgar y baja cuando es llevada cerca de un rey de carne y sangre que [luego] se alberga, y [aún más,] mora junto a él, [no en el palacio real, sino] en su hogar! Cuánto más, infinitamente más, [debería regocijarse la persona] en la proximidad del Rey de reyes, el Santo, bendito sea, y en Su morada [junto al hombre en este mundo físico, la "casa" del hombre], como está escrito: "'¿Pues quién es el hombre que se atreve a acercarse a Mi?', dice Di-s".