También para esto ha de disponer su corazón [aquel que padece de timtúm halev]: Cumplir con la instrucción de nuestros Sabios: "Sé de espíritu bajo ante cada hombre". [Las palabras implican] "Sé así", [y no meramente actúa así,] con plena sinceridad, en presencia de cada hombre, aun en la presencia del hombre más indigno de los indignos (kal shebekalím). [Esto puede lograrse] siguiendo la instrucción de nuestros Sabios: "No juzgues a tu prójimo hasta que no hayas estado en su lugar". Porque es [literalmente] su "lugar" el que lo hace pecar, ya que su sustento lo hace recorrer el mercado todo el día, y [cuando no está ocupado con esto] es de aquellos que se sientan en las esquinas de las calles. [De modo que] sus ojos ven todo tipo de tentación, y "lo que el ojo ve, el corazón ansía". Además, [puede que sea su "lugar" espiritual el que lo lleve a pecar, porque] su naturaleza de mal arde como el horno ardiente de un panadero, como está escrito en Hoshéa: "El arde como un fuego llameante".
Es distinto, sin embargo, el caso de aquel que sólo recorre poco por el mercado, y la mayor parte del día permanece en su casa [y no en las esquinas de las calles, por lo que enfrenta menos tentación]. Y aun si recorriera el mercado todo el día, puede ser [que su "lugar" espiritual sea distinto en] que no sea tan ardoroso por naturaleza [por lo que no está tan tentado por lo que ve en allí]. Porque el impulso al mal no es el mismo en todos. Hay quien tiene una naturaleza [más apasionada, y otro menos apasionada], como se explica en otra parte.