Es cierto que encontramos un principio de que salvar una vida prevalece sobre las otras prohibiciones [aunque no sobre la de idolatría] y así también [la ley propone a veces] que la persona cometa la transgresión para no ser muerta [mientras que la ley es inversa si las transgresiones son idolatría, incesto u homicidio], esto es, como lo explican los Sabios, porque: "La Torá dijo: 'Profana un Shabat por él, para que [viva y] observe otros Shabatot'", y no a causa de la relativa lenidad [del Shabat] o gravedad de los pecados [tales como idolatría]. [Ten presente que [este argumento es apoyado por el siguiente hecho: la violación de] el Shabat es una ofensa grave y equiparada a la idolatría en cuanto a la ley de Shejitá de cualquiera que habitualmente viola un precepto determinado, en [la codificación de] Ioré Deá, Sección 2, lo que no es así respecto de un infractor sexual habitual [a quien no se aplica la misma ley que a un idólatra habitual]. Y con todo, [la consideración por] salvar una vida suprime [las prohibiciones de] el Shabat, pero no las prohibiciones sexuales, sino que éstas son simplemente cuestiones del decreto Bíblico].
Sin embargo, después del acto pecaminoso, si el pecado es del tipo que no conlleva la penalidad de karet (extinción espiritual del alma), o muerte a manos del Cielo —en cuyo caso el Alma Divina no perece totalmente y no es completamente cercenada de su fuente en el Di-s viviente, sino que por este pecado se ha debilitado un tanto su vínculo y conexión con su fuente*—
* NOTA
(Y de acuerdo a la proporción y a la naturaleza específica de la mancha [ocasionada por el pecado] en el alma y en su fuente en los mundos superiores son los diferentes procesos purificadores y los castigos en el purgatorio o en este mundo, para cada transgresión y pecado su castigo específico, con el objetivo de limpiar y quitar la mancha y el defecto [causado por ese pecado específico]. Análogamente, la mancha causada por los pecados que conllevan las penalidades de muerte [a manos del Cielo] o karet varían de un pecado a otro).
tanto el Alma Animal del pecador, que anima su cuerpo y está investida en él, como así también su cuerpo mismo, vuelven y se alzan de la sitrá ajará y la kelipá, y se acercan a la santidad del Alma Divina que los permea. [El Alma Divina] siempre cree en el Di-s Unico, y continúa fiel a El incluso mientras se está cometiendo el pecado, sólo que en ese momento se encontraba en un estado de verdadero exilio dentro del Alma Animal —que se deriva de la sitrá ajará— que lleva al cuerpo a pecar y lo arrastra consigo hacia los abismos más profundos; tan bajo, incluso más bajo que la impureza de la sitrá ajará y la kelipá de la idolatría —¡Di-s nos preserve!—. No hay mayor exilio que éste, [una caída] "de un techo elevado [a un pozo profundo]", pues, como se explicara antes, la fuente y raíz de todas las almas judías está en la Sabiduría Divina, y Di-s y Su sabiduría son uno y lo mismo. Es comparable a aquel que sujeta la cabeza del rey, la arrastra hacia abajo y sumerge su rostro en un excusado lleno de suciedad, la peor de las humillaciones, aun si hace así sólo por un instante. Porque las kelipot y la sitrá ajará se denominan "vómito y suciedad", como se sabe.