En las esferas superiores, esta unión [entre alma y Di-s] es eterna. Porque Di-s, bendito sea, y Su Voluntad, trascienden el tiempo. Así también [incluso en este mundo] Su Voluntad revelada, como se expresa en Su Palabra, la Torá, también es eterna, como está escrito: "Mas la Palabra de nuestro Di-s perdurará por siempre", y "sus palabras viven y perduran [eternamente]", y "El nunca alterará o cambiará Su Ley".
Aquí abajo, sin embargo, ésta [unión] está bajo [los límites de] el tiempo, [el alma está unida a Di-s] sólo mientras está dedicada al estudio de la Torá o ejecutando una mitzvá. Porque si posteriormente se dedica a cualquier otra cosa, se separa, aquí abajo, de esta unión Suprema —esto es, si se ocupa de asuntos absolutamente innecesarios que de ninguna manera son útiles en el servicio a Di-s—. No obstante, cuando se arrepiente y retorna su servicio a Di-s a través [del estudio] de la Torá y de la plegaria, y pide perdón a Di-s por no haber estudiado Torá en ese momento [que ocupó en cuestiones banales], cuando podría haberlo hecho, Di-s lo perdona. Como han dicho nuestros Sabios: "Si alguien fue negligente en el cumplimiento de un precepto positivo y se arrepintió, es perdonado inmediatamente". Por este motivo, los Sabios han ordenado que la bendición [que comienza con] "Perdónanos...", [en que pedimos perdón] por el pecado de desatender el estudio de la Torá, sea recitada [con tanta frecuencia,] tres veces al día, ya que nadie escapa a este pecado ni un solo día. [Esta bendición] es como el holocausto cotidiano [ofrendado en el Gran Templo] que expiaba por [desatender] los Preceptos Positivos.
Esto no es lo mismo que decir "Pecaré y me arrepentiré", a menos que en el momento mismo de cometer el pecado él se ampara en que habrá un arrepentimiento posterior, y por ello peca, como se ha explicado en otro lugar.