Cuanto más tiempo medite sobre estos asuntos, tanto en su propio pensamiento como ahondando profundamente en los libros [que hablan de estas cuestiones], a fin de quebrantar su corazón dentro de sí y volverse despreciado y aborrecido a sus propios ojos, como está escrito [en las Sagradas Escrituras4], tan totalmente despreciado que aborrece su propia vida, tanto más aborrece y desprecia con ello la sitrá ajará, derribándola al suelo y derrocándola de su altanería, soberbia y engreimiento con que se alza sobre la luz de la santidad del Alma Divina, oscureciendo su luminosidad.
Que también brame contra ella con voz potente y furiosa, a fin de humillarla, como lo indican nuestros Sabios: "Que la persona siempre incite la ira del Impulso al Bien contra el Impulso al Mal, como está escrito: 'Encolerizad, y no pequéis'". Esto significa que la persona debe encolerizarse —en su mente— contra el Alma Animal, que es su impulso al mal, con voz de estruendosa indignación, diciéndole: "Efectivamente, tú eres en verdad perverso y malvado, abominable, repugnante y vergonzoso", y así sucesivamente, usando todos los epítetos con los cuales los Sabios lo han denominado. "¿Hasta cuándo oscurecerás la luz del bendito Ein Sof, que permea todos los mundos; que fue, es y será el mismo, incluso en el mismísimo lugar sobre el que estoy, tal como la luz del bendito Ein Sof estaba sola antes de que el mundo fuera creado — sin cambio alguno; como está escrito: 'Yo, Di-s, no he cambiado', porque El trasciende el tiempo, etc.? ¡Pero tú, repulsivo (etc.), niegas la verdad que es tan visible, que todo es realmente como nada en Su presencia, [una verdad tan aparente como para ser] 'visible al ojo'!"
De esta manera ayudará a su Alma Divina, iluminando sus ojos para percibir la verdad de la unidad de la luz [infinita] del Ein Sof como si fuera con la vista física, y no meramente mediante la [percepción menor de la] "audición" y la comprensión. Porque, como se explicara en otra parte, éste es el eje central de todo el servicio [Divino].