Esto explica el comentario de nuestros Sabios sobre el versículo: "Si la esposa de un hombre se apartare [y cometiera adulterio]..." — 'Ningún hombre comete transgresión alguna a menos que un espíritu de necedad se haya introducido en él'. Porque incluso una mujer adúltera, cuya naturaleza es frívola, podría haber controlado su apasionado impulso si no fuera por el espíritu de necedad dentro de ella, el que tapa y encubre el amor oculto dentro de su Alma Divina que ansía aferrarse a la fe en Di-s de ella y a Su unidad y unicidad, y que resiste, aun a expensas de la muerte, toda separación de Su unidad por causa de la adoración de ídolos, Di-s libre, incluso si [esta adoración de ídolos] consistiera meramente en [el vacío acto de] postrarse [ante el objeto idolatrado] sin fe alguna en su corazón. [Si el amor oculto en ella tiene la fuerza de permitirle enfrentar la muerte antes que separarse de Di-s] con más razón, entonces, [tiene la fuerza necesaria] para superar la tentación y el apetito por el adulterio, sufrimiento éste que es menor que el de la muerte —¡Di-s nos proteja!—.
Su distinción entre la prohibición de idolatría y aquella de adulterio tampoco es otra cosa que un "espíritu de necedad" proveniente de la kelipá, la que envuelve el Alma Divina hasta su facultad de jojmá —pero sin incluirla, en virtud de la luz Divina que se inviste en la facultad de jojmá, como se explicara antes—.
En verdad, sin embargo, quien comete siquiera un pecado menor transgrede la Voluntad Divina y está totalmente separado de la unidad y unicidad de Di-s aún más que [como lo están] la sitrá ajará y la kelipá, que se denominan "dioses extraños" e "idolatría", y más que todas las cosas de este mundo que se derivan de ellas, como ser los animales impuros, las bestias y pájaros impuros, y los insectos y reptiles, como han dicho nuestros Sabios: ["Cuando el hombre peca, le dicen:] 'El mosquito te ha precedido'". Esto significa que incluso el mosquito que [como dice el Talmud,] consume [alimentos] pero no excreta, la forma más baja de kelipá, muy alejada de la santidad —que característicamente da de sí misma incluso a aquellos alejados de ella—, precede al individuo pecador en el orden de descenso de la fuerza vital Divina de la Voluntad Divina. Y con más razón las demás criaturas impuras y hasta las bestias feroces [son superiores al pecador]. Ninguno de estos altera su objetivo [en el designio Divino], sino que guardan el mandato de Di-s. Aunque no lo puedan percibir, su "espíritu" sí lo percibe, como está escrito: "Vuestro temor y pavor estará sobre cada bestia de la tierra", como lo explican nuestros Sabios: 'La bestia salvaje nunca se atreve contra un ser humano, a menos que éste le parezca un animal'. De hecho, al enfrentar tzadikím, de cuyo rostro nunca se retira la imagen Divina, las bestias malvadas se humillan ante ellos, como se declara en el Zohar respecto de Daniel en la guarida de los leones.
Por lo tanto [está claro que] aquel que peca y transgrede la Voluntad de Di-s siquiera con una ofensa menor, en el momento de cometerla está totalmente alejado de la Santidad Superior —que es la unidad y la unicidad de Di-s—, aun más que todas las criaturas impuras, los bichos y los reptiles, quienes obtienen su sustento de la sitrá ajará y la kelipá de avodá zará.