En verdad, sin embargo, si es un erudito, sustenta la Torá de Di-s y desea estar cerca de Di-s, su pecado es insosteniblemente grande y su culpa aumenta varias veces con el hecho de que no lucha ni supera su impulso de una manera proporcional con la calidad y naturaleza de la lucha [que debe enfrentar el kal shebekalím,] mencionada anteriormente; [su culpa es mucho mayor] que la culpa del kal shebekalím, el más indigno de los que se sientan en las esquinas, distantes de Di-s y de Su Torá. La culpa de ellos por no evocar el temor a Di-s —Quien conoce y observa todas sus acciones— a fin de restringir su impulso que arde como una llama flameante, no es tan atroz como la culpa de aquel que se acerca cada vez más a Di-s, a Su Torá y a Su servicio. Tal como nuestros Sabios han dicho de [el apóstata] "Ajer": "Porque él conoció Mi gloria...", [dijo Di-s]. Por eso han dicho nuestros Sabios sobre los iletrados que "los pecados premeditados les son considerados como actos inadvertidos".