El motivo [de que humillar el espíritu de la sitrá ajará es efectivo para aplastarla] es que en verdad en la sitrá ajará no hay substancia alguna. Por eso se la compara a la oscuridad, que no tiene substancia alguna, y es automáticamente suprimida con la presencia de luz. Lo mismo [ocurre] con la sitrá ajará. Si bien posee abundante vitalidad para animar todos los animales impuros y las almas de las naciones del mundo, y también el Alma Animal del judío, como ha sido explicado, esta vitalidad no es propia, Di-s libre, sino que proviene del plano de la santidad, como ha sido explicado previamente. Por eso se anula totalmente en presencia de la santidad, tal como la oscuridad se anula en presencia de la luz física. [Su poder radica] sólo [en el hecho de que] con respecto a la santidad del Alma Divina del hombre, Di-s le ha dado [a la sitrá ajará] licencia y capacidad de alzarse contra ella, [contra el Alma Divina,] para que el hombre se estimule a superarla y humillarla por medio de la humillación y la sumisión de su espíritu y por ser aborrecido y despreciado a sus propios ojos [con lo que humilla la sitrá ajará y la aborrece]. El estímulo del hombre aquí abajo [para aplastar la sitrá ajará] produce un estímulo en lo Alto, para cumplir lo que está escrito: "De allí Yo te derribaré, dice Di-s". Esto significa que El la priva de su dominio y poder, y retira de ella la fuerza y autoridad que le había sido concedida para alzarse contra la luz de la santidad del Alma Divina. Entonces, automáticamente, es anulada y eliminada, tal como la oscuridad es anulada por la luz física.

De hecho, observamos esto explícitamente indicado en la Torá en conexión con los Espías [que Moshé enviara para espiar la Tierra Santa]. Al comienzo ellos dijeron: "Porque él [—el enemigo—] es más fuerte que nosotros", [e interpretando la palabra mimenu/ממנו, los Sabios han dicho:] "No leas 'que nosotros', [sino 'que El']", es decir, no tenían fe en la habilidad de Di-s [para conducirlos a la Tierra Santa]. Pero luego se retractaron y anunciaron: "Gustosos subiremos [para conquistar la Tierra Santa]". ¿De dónde les volvió su fe en la habilidad de Di-s? Nuestro maestro Moshé —sea sobre él la paz— no les había mostrado en el ínterin ningún signo o señal al respecto [que podría haberles devuelto la fe]. Sólo les había dicho que Di-s estaba enojado con ellos y había jurado no llevarlos a la Tierra [Prometida]. ¿Qué valor tenía esto para ellos, si no creían —Di-s libre— en la capacidad de Di-s de someter los treinta y un reyes [que reinaban entonces en el país], razón por la cual no tenían deseo alguno de entrar en la Tierra?

Seguramente, entonces, [la explicación es] que los Israelitas mismos son "creyentes, [siendo] descendientes de creyentes". [Ellos profesaban su falta de fe en la capacidad de Di-s] sólo porque la sitrá ajará investida en su cuerpo [como su Alma Animal] se había alzado contra la luz de la santidad de su Alma Divina, con su [característicamente] descarada arrogancia y altanería, sin sentido ni razón. Por eso, en cuanto Di-s Se enojó con ellos y tronó encolerizado: "¿Hasta cuándo tendré que tolerar a esta congregación malvada... Vuestros cadáveres caerán en este desierto... Yo, Di-s, he hablado: De seguro lo haré a toda esta congregación malvada..." — su corazón se humilló y se quebrantó en su interior cuando escucharon estas severas palabras, como está escrito: "Y el pueblo guardó gran luto". En consecuencia, la sitrá ajará se derrumbó de su posición de dominio, de su altanería y de su arrogancia. Pero los Israelitas, por sí mismos, habían tenido fe en Di-s [en todo momento].

De esto, [el episodio de los Espías,] cada persona en cuya mente se abaten dudas acerca de la fe en Di-s puede deducir que éstas no son más que palabras vacías de la sitrá ajará que se alza contra su Alma [Divina]. Pero los Israelitas, por sí mismos, son "creyentes...". Además, tampoco la sitrá ajará misma tiene duda alguna acerca de la fe. Es sólo que se le ha dado permiso para confundir al hombre con palabras falsas y engañosas a fin de que pueda ser más ricamente recompensado [por dominarla]. [En esto es] similar a la [parábola de la] ramera que intenta seducir al hijo del rey con falsedad y engaño, con la aprobación del rey, como está escrito en el sagrado Zohar.