Cada chispa [de éstas], no descendió a este mundo —pese18 a que es, ciertamente, un gran descenso, realmente un exilio [para el alma]; pues incluso de convertirse en un tzadík perfecto [en este mundo], sirviendo a Di-s con temor y abundante amor de deleite, no llegará a la calidad de su apego a Di-s con temor y amor [como era] previo a su descenso a este mundo corpóreo, ni [siquiera] a una fracción [de su anterior temor y amor]; de hecho, no hay comparación ni similitud alguna entre ellos19, [pues] como es obvio para todo hombre inteligente, el cuerpo no podría soportar...20 —sino que su descenso a este mundo, para ser investida en un cuerpo y alma vital, es sólo con el exclusivo cometido de perfeccionarlos a ellos; separarlos del mal de las tres kelipot impuras al observar las 365 prohibiciones y sus "ramificaciones", y para elevar su alma vital, junto con la porción del mundo en general que le pertenece, ligándolos y uniéndolos con la luz Ein Sof que atrae dentro de ellos al cumplir las 248 mitzvot positivas por agencia del alma vital, puesto que [el alma vital] es aquella que ejecuta todas las mitzvot que involucran acción, como se explicara arriba21, y tal como está escrito [22en Etz Jaím, Portal 26] que el Alma [Divina] misma no precisa perfeccionamiento en absoluto... Y ella no tiene necesidad de investirse en este mundo [en un cuerpo y alma vital]..., cosa que es exacto paralelo del misterio del "exilio de la Shejiná"23 para refinar las chispas de santidad.
ב"ה
El Tania del Día
Likutei Amarim, en medio de Capítulo 37

Extraido del libro Tania Completo, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana
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