Se ha dicho, sin embargo, que la plegaria, o cualquier otra bendición, [recitada] sin kavaná, es cual un cuerpo sin alma. Esto es que tal como en este mundo todas las criaturas poseedoras de un cuerpo y un alma —o sea, el néfesh de todo ser viviente, el rúaj de toda carne humana, y la neshamá de todo lo que, entre todas las criaturas vivientes, tiene hálito de vida en sus fosas nasales— Di-s las anima a todas y las crea constantemente de la nada con la luz y la vitalidad que El les proporciona —pues incluso el cuerpo material, y aun las mismísimas piedras y la tierra, que son totalmente inanimadas, tienen dentro de sí luz y vitalidad de Di-s, a fin de que no regresen a la inexistencia y la nada como eran [antes de ser creados]— no hay, sin embargo, comparación o similitud alguna entre la calidad de la luz y fuerza vital que irradian en el cuerpo, y la calidad de la luz y fuerza vital que irradian en la neshamá, que es el alma de toda cosa viviente.