Pero la unión de la propia alma [del individuo] con la luz de Di-s, y su absorción dentro de ésta, volviéndolos uno — esto es lo que todo hombre de Israel desea con absoluta y completa sinceridad, con todo su corazón y con toda su alma, en virtud del amor natural oculto en el corazón de cada judío para aferrarse a Di-s y no desunirse, escindirse o separarse, Di-s libre, de Su bendita Unidad y Unicidad bajo ninguna circunstancia, aun a costa de su vida misma. La ocupación en la Torá y los mandamientos y la plegaria es también cuestión de entrega real del alma, al igual que cuando abandona el cuerpo al cabo de setenta años, pues [en ese momento] ya no piensa en las necesidades corpóreas, sino que su pensamiento está unido con, e investido en, las letras de la Torá y la plegaria, que son la palabra y el pensamiento de Di-s, y ellos se vuelven realmente uno. Esta es [también] toda la ocupación de las almas en el Jardín del Edén, como se afirma en la Guemará y en el Zohar, con la diferencia de que allí ellas se deleitan en su captación de la luz de Di-s y su absorción dentro de ella.
Es por ello que fue ordenado [por los Hombres de la Magna Asamblea] recitar al comienzo de las bendiciones de la mañana, antes de la oración, "Di-s mío, el alma [que Tú pusiste dentro de mí es pura]... Tú la soplaste [dentro de mí] y Tú eventualmente la tomarás de mí...". Es decir: En vista de que Tú la soplaste dentro de mí y Tú eventualmente la tomarás de mí, por eso yo, desde ahora mismo, Te la entrego y devuelvo a Ti, para unirla con Tu Unicidad, como está escrito: "A Ti, Oh Di-s, alzo mi alma" [a fin de unirla con Di-s], o sea, a través de la ligazón de mi pensamiento con Tu pensamiento, y de mi habla con Tu habla, por medio de las letras de la Torá y la plegaria [que pronuncio]; y, especialmente, cuando uno habla a Di-s en segunda persona, como [en la frase] "Bendito eres Tú" y similares.