Esta capacidad y esta cualidad de adherir el propio dáat a Di-s [de modo que la persona no sólo comprenda, sino que también sienta Divinidad, y se vuelva de ese modo totalmente unida a Di-s,] está presente en cada alma de la Casa de Israel, en virtud de su nutrición del alma de nuestro maestro Moshé. Sólo que, puesto que el alma se ha investido en el cuerpo, precisa de un esfuerzo grande y poderoso, doble y redoblado, [a fin de sentir y estar ligada a Di-s]. [El] primero [de este esfuerzo 'doble'] es el "esfuerzo de la carne", [es decir, despojarse de las trabas corporales,] machacar el cuerpo y lograr su sumisión, para que no oscurezca la luz del alma, como se mencionara antes en nombre del Zohar, que "un cuerpo en el cual no penetra la luz del alma, debe ser machacado", cosa que se logra por medio de meditaciones de penitencia desde lo profundo del corazón, como se explica allí.
El segundo [aspecto de este esfuerzo 'doble'] es el esfuerzo del alma [para revelar los poderes de ésta]: que la labor de esforzar el propio pensamiento no le resulte pesada a ella, para ahondar en la grandeza de Di-s y reflexionar acerca de ella por un tiempo largo e ininterrumpido, pues la medida de este tiempo no es idéntica en cada alma. Existe aquel alma que es refinada por naturaleza, que, inmediatamente al reflexionar acerca de la grandeza de Di-s, es sobrecogida por el temor y el miedo a Di-s. Como está escrito en el Shulján Aruj, Oraj Jaím, secc. 1, que "cuando el hombre reflexiona que el gran Rey —el Supremo Rey de reyes, el Santo, bendito sea, con cuya gloria está lleno todo el mundo— está sobre él y ve sus acciones inmediatamente se verá sobrecogido por el temor...". Y existe aquella alma que es de naturaleza y origen bajo, que proviene de las gradaciones inferiores de las Diez Sefirot de Asiá, y no puede descubrir Divinidad por medio de la meditación salvo con dificultad y forzada insistencia, especialmente si [el alma no sólo es de baja naturaleza, sino que, además,] ha sido impurificada por el "pecado de juventud", pues los pecados se interponen [entre el judío y Di-s] [como está escrito en Séfer Jasidím, cap. 35].
No obstante, con dificultad y esforzada insistencia, cuando su pensamiento se esfuerza enormemente con vigor, tesón y concentración intensa, sumergiéndose [el pensamiento] en [la contemplación de] la grandeza de Di-s por mucho tiempo, sin duda llegará a él, al menos, el Temor de Nivel Inferior mencionado antes, [o sea, no suficiente como para impedirle hacer algo que se opone a la Voluntad de Di-s]. Y como han dicho nuestros Sabios: "[Si un hombre dice:] 'Me he esforzado y he encontrado' — créele". También está escrito [respecto del éxito que la persona obtiene cuando se esfuerza para lograr el temor a Di-s]: "Si lo procuras como dinero, y lo buscas como tesoros ocultos, entonces comprenderás el temor a Di-s". Esto significa: a modo de una persona que busca un tesoro oculto enterrado en las profundidades de la tierra, para lo cual cava con incansable esfuerzo, así debe la persona cavar con infatigable esfuerzo a fin de revelar el tesoro del temor al Cielo, el que se encuentra enterrado y oculto en el entendimiento del corazón de cada individuo judío, siendo éste [entendimiento] de una calidad y nivel que trascienden las limitaciones del tiempo, y éste es el temor natural oculto que se mencionara arriba. No obstante, a fin de que pueda ser traducido en acción, en el sentido de "temor al pecado", de modo que [la persona] se aleje del mal en la acción, la palabra y el pensamiento, debe sacarlo a la luz de las ocultas profundidades del entendimiento del corazón donde [el temor] trasciende el tiempo, y colocarlo dentro del plano del pensamiento concreto que está en el cerebro. [Esto significa] sumergir su pensamiento en él por un largo período hasta que su efecto emerja de lo potencial a lo concreto, de modo que se aleje del mal y haga el bien con el pensamiento, la palabra y la acción, por causa de Di-s, quien mira y ve, oye y escucha, y percibe todos sus actos, y sondea sus "riñones y corazón". Como dijeron nuestros Sabios: "Reflexiona acerca de tres cosas, [y no llegarás a pecar: Sabe qué hay encima de ti] — un Ojo que ve y un Oído que oye...".