Ahora bien, también en el amor hay dos grados: ahavá rabá ("amor inmenso") y ahavat olám ("amor eterno"). Ahavá rabá es un amor gozoso [y extático], es una llama ardiente que se eleva por sí misma y viene de lo Alto a modo de un regalo para aquel que es perfecto en temor, como se sabe del dicho de los Sabios: "El estilo del hombre es buscar una mujer [para sí]". [En términos espirituales:] el amor es llamado "hombre" o "varón" —como está escrito: "El ha recordado (zajár) su bondad"— mientras que la mujer [simboliza] "temor a Di-s", como se sabe. Sin el prerrequisito del temor, es imposible lograr el nivel de ahavá rabá, pues este amor se origina en el plano de Atzilut donde no hay segmentación o desunión, Di-s libre.
Ahavat olám, [el segundo e inferior nivel de amor,] sin embargo, es aquel que proviene del entendimiento y la comprensión de la grandeza de Di-s, el bendito Ein Sof, Quien llena todos los mundos y abarca todos los mundos, y ante Quien todo es considerado como la nada absoluta, como la nulidad de una aserción dentro del alma inteligente mientras está todavía en su pensamiento o en el deseo de su corazón, como se ha explicado antes. Como resultado de semejante meditación, el atributo de amor que está en el alma será por sí mismo despojado de sus vestimentas [que ha vestido antes], es decir, [el amor] no se investirá en cosa alguna de placer o goce, ya sea físico o espiritual, para quererlo, ni deseará en absoluto cosa alguna en el mundo sino a Di-s solamente, la Fuente de la vitalidad de todos los deleites, pues ellos en realidad están todos anulados y son considerados como la nada absoluta, comparados con El, no habiendo modo de comparación o similitud entre ellos —Di-s libre—, tal como no hay comparación entre aquello que es absolutamente nada y nulo, y la vida eterna, como está escrito: "¿A quién tengo yo [para amar] en el Cielo, [fuera de Di-s]?" [El versículo continúa:] "Y no hay nada sobre la tierra que yo desee Contigo". [El versículo siguiente dice:] "Mi carne y mi corazón anhelan por Ti, Roca de mi corazón", como se explicará más adelante [los diferentes niveles de amor que el judío puede lograr al contemplar la grandeza de Di-s].
También aquel en el que el atributo de amor que está en su alma no se inviste en absoluto en deleite físico o espiritual alguno, es capaz de encender su alma como con brasas ardientes, fuego intenso y llama que se remonta al cielo, por medio de la meditación en las cuestiones mencionadas arriba, como se explicará más adelante.