Hay todavía otra vía directa abierta al hombre, a saber, abocarse a la Torá y las mitzvot [que son] lishmá a través del atributo de nuestro Patriarca Iaacov —sea la paz sobre él— que es el atributo de rajamím ("piedad"). [Esto se logra] al despertar en su mente, ante todo, gran compasión ante Di-s por la chispa Divina que anima su alma [Divina] que ha descendido de su fuente —la Vida de la vida, el bendito Ein Sof, Quien permea todos los mundos y rodea todos los mundos, y en comparación con Quien todo es considerado como nada— y se ha investido en [el cuerpo que es llamado] "la piel de la serpiente" que está muy alejada de la luz del semblante del Rey, en la máxima distancia posible, puesto que este mundo es lo máximo de las burdas kelipot, etc.

Y especialmente [sentirá enorme compasión por su alma] cuando recuerde todas sus acciones y declaraciones y pensamientos desde el día en que llegó a ser, indignos como han sido, y el Rey [del mundo] es [con ello] "aprisionado por las artesas", [es decir,] "por los impetuosos pensamientos de la mente", pues "Iaacov es la cuerda (jével) de Su herencia", como en la ilustración de uno que tira de una cuerda, etc. Esta es la doctrina esotérica del "exilio de la Shejiná". Respecto de esto fue dicho: "Que regrese a Di-s y tenga piedad de El", despertando gran compasión por el Divino Nombre que mora entre nosotros, como está escrito: "Quien mora entre ellos en medio de su impureza".