En el cuerpo físico [de un ser viviente] y en el [ser] absolutamente inanimado, como las piedras o la tierra, el rayo [del poder creador Divino] está en un estado de contracción sin paralelo. La fuerza vital [dentro de estos seres inanimados] es tan mínima que carecen incluso del poder de crecimiento vegetal. En el vegetal, el rayo no está tan contraído. En general, [todas las cosas de este mundo] se subdividen en cuatro categorías: mineral, vegetal, animal y el hombre, correspondiéndose con las cuatro letras del Nombre Divino, del que se derivan.
Ahora bien, tal como la iluminación y el flujo de vitalidad [que se encuentra] en la [categoría] mineral y vegetal carece de toda comparación o similitud con la iluminación y el flujo de vitalidad investido en los animales y en el hombre —a pesar de que en todas [las cuatro categorías] la luz [animadora Divina] es la misma en términos de "ocultamiento del Semblante", y en todas se inviste en la misma vestimenta, a saber, la vestimenta de noga— análogamente no hay comparación o similitud entre la iluminación y el flujo de la bendita luz Ein Sof —es decir, el aspecto interior de Su Voluntad, sin "ocultamiento del Semblante" y sin vestimenta alguna— tal como irradia y se inviste en las mitzvot consistentes de acción —ya sea acción propiamente dicha o mitzvot ejecutadas mediante el habla y la articulación verbal que es considerada como la acción real— cuando se ejecutan sin kavaná, con la [superior] iluminación y flujo de la bendita luz Ein Sof que irradia y se inviste en la kavaná de las mitzvot de acción, es decir, la intención del hombre de apegarse a Di-s por medio del cumplimiento de Su voluntad [según ésta se expresa en las mitzvot], ya que El y Su voluntad son uno. Similarmente en lo que respecta a la kavaná en la plegaria, el recitado del Shemá y sus bendiciones, y en otras bendiciones, en que, con kavaná en ellas, liga su pensamiento e intelecto a Di-s.