Que también reflexione cómo la luz del bendito Ein Sof, que abarca todos los mundos y permea todos los mundos, y que es idéntica a la Voluntad Suprema, se inviste en las letras y sabiduría de la Torá, o [si la reflexión tiene lugar antes de que vista su talit y tefilín, que contemple cómo la Voluntad Divina está investida] en estos tzitzít y tefilín [siendo la Voluntad de Di-s que el judío los vista], y a través de su recitado [o estudio de Torá] o vestido [de tzitzít y tefilín] atrae sobre sí mismo Su bendita luz, o sea, sobre la "parte de Di-s de lo Alto" que está dentro de su cuerpo [y lo anima]. [Esto lo hace con la intención de] que [su alma] pueda ser absorbida y anulada en Su bendita luz. Específicamente, a través de los tefilín, [su intención ha de ser] que los atributos de sabiduría y entendimiento que están en su Alma Divina se anulen y absorban dentro de los atributos de Sabiduría y Entendimiento del bendito Ein Sof, estando estos investidos, en particular, en los párrafos de Kadesh y Vehaiá ki ieviajá. Vale decir, que utilice la sabiduría y el entendimiento que están en su alma sólo para Di-s únicamente. Similarmente, [que tenga la intención de] que el atributo de dáat que está en su alma, el que incluye tanto a jésed (bondad) como a guevurá (severidad) —es decir, temor y amor, en su corazón— sea nulificado y absorbido dentro del atributo de la Comprensión Superior (Dáat HaElión), que engloba jésed y guevurá, y que está investido en el párrafo de Shemá y Vehaiá im shamóa. Esto concuerda con lo escrito en el Shulján Aruj: [que mientras la persona se pone los tefilín tenga la intención de] "subordinar su corazón y cerebro [a Di-s]".
Y al envolverse en los tzitzít, que tenga presente lo que está escrito en el Zohar, a saber, que atraiga sobre sí Su bendita Soberanía, que es la Soberanía sobre todos los mundos; [sin embargo, debemos tener la intención y empeñarnos] en asociarla [—la Soberanía de Di-s—] particularmente a nosotros, a través de esta mitzvá. Esto es análogo a [el mandamiento]: "De seguro pondrás un rey sobre ti".
En tal caso, [habiendo reflexionado en esta cuestión,] entonces: aun si luego de toda ésta [meditación] no descienden sobre él temor o miedo alguno de una manera manifiesta en su corazón, no obstante, puesto que acepta sobre sí la Soberanía del Cielo, y atrae sobre sí el temor a El en su pensamiento consciente y en su voluntad racional, y esta sumisión [a Di-s y su temor a El] es, sin lugar a dudas, sincera —pues está en la naturaleza de todas las almas judías no rebelarse contra el bendito Rey Sagrado—, entonces, la Torá que estudia o el mandamiento que ejecuta debido a esta sumisión [al yugo celestial] y por el temor que él ha atraído hacia su mente, son denominados "servicio perfecto", como todo servicio [realizado] por un esclavo para su amo o su rey [que, por supuesto, es apremiado por el temor y el miedo].
Por otra parte, si [la persona] estudia [Torá] y cumple el mandamiento con amor solamente, a fin de apegarse a El a través [del estudio] de Su Torá y [el cumplimiento de] Sus mandamientos, esto no es denominado "servicio de un sirviente", en tanto que la Torá ha declarado: "Y serviréis (vaavadtém) a Di-s vuestro Señor..." y [análogamente está escrito:] "A El serviréis (taavódu)...". tal como se explica en el Zohar [Parshat Behar]: "Así como el buey sobre el que primero se coloca el yugo para hacerlo útil al mundo,... del mismo modo también el ser humano debe ante todo someterse al yugo del Reino Celestial [y sólo entonces abocarse al servicio Divino]; y si ésta [sumisión] no se encuentra en él, la santidad no puede descansar en él...". [Y en Raaiá Mehemná, ibíd. 111b] [se declara] que cada hombre debe estar [en su servicio a Di-s] en dos condiciones y niveles: la de un servidor y la de un hijo. Y aunque puede encontrarse un hijo que también es sirviente, es imposible alcanzar este nivel sin el prerrequisito de [el nivel superior de temor y reverencia conocido como] Irá Ilaá, como lo saben los iniciados.