Ahora bien, aunque el nombre éven/אבן ("piedra") no es mencionado en las Diez Aserciones registradas en la Torá, sin embargo, fuerza vital fluye a la piedra [desde ellas] por intermedio de combinaciones y sustituciones de [sus] letras,las que son transpuestas en los "doscientos treinta y un portones", sea en orden directo o inverso, como se explica en Sefer Ietzirá, de modo que finalmente la combinación de [letras que forman] el nombre éven/אבן desciende de las Diez Aserciones, y se deriva de ellas, y ésta [combinación de letras] es la fuerza vital de la piedra. Y así es con todas las cosas creadas en el mundo. Los nombres [de todas las criaturas] en la Lengua Santa son las mismísimas letras del habla que descienden, de grado en grado, de las Diez Aserciones registradas en la Torá, por intermedio de sustituciones y transposiciones de letras a través de los "doscientos treinta y un portones", hasta que alcanzan una particular cosa creada y se invisten en ella, dándole, de ese modo, vida. [Este descenso es necesario] porque las criaturas individuales no pueden recibir la fuerza vital directamente de las Diez Aserciones de la Torá mismas, pues la fuerza vital que emana directamente de ellas es mucho mayor que la capacidad de las criaturas individuales. Ellas pueden recibir la fuerza vital sólo cuando ésta desciende y es disminuida progresivamente, de grado en grado, por medio de sustituciones y transposiciones de las letras, y [por medio de] guematriot, su valor numérico, hasta que pueda ser condensada e investida, y una criatura particular pueda ser traída a la existencia de ella. Y el nombre por el cual [la criatura] es llamada en la Lengua Santa es un recipiente para la fuerza vital condensada en las letras de ese nombre que ha descendido de las Diez Aserciones [registradas] en la Torá, las que tienen el poder y la vitalidad [necesarios] para crear un ser a partir de la nada y darle vida para siempre, porque "la Torá y el Santo, bendito sea, son uno".
ב"ה