Cuando el Primer Templo estaba de pie, en el que el Arca y las Tablas se alojaban en Santo de Santos, la Shejiná —que es maljut de Atzilut, esto es, la revelada luz del Ein Sof— moraba allí y estaba investida en los Diez Mandamientos, mucho más intensamente y con una revelación más grande y poderosa que su revelación en las cámaras del Santo de Santos arriba, en los Mundos superiores. Pues los Diez Mandamientos son los todo abarcadores principios de toda la Torá que se deriva de Jojmá Superior que es por mucho superior al "mundo de manifestación". Para grabarlos sobre tablas materiales de piedra, ella no descendió de grado en grado, al estilo del orden de descenso de los Mundos hasta [llegar a] este mundo material. Pues este mundo material funciona a través de una vestimenta de naturaleza material, en tanto que las Tablas son "la obra de Di-s, y la escritura es escritura de Di-s", superior a la naturaleza de este mundo material que deriva de la radiación de la Shejiná en la cámara del Santo de Santos de Asiá, de donde emana luz y vitalidad al Mundo de Asiá, en el cual también está incluido nuestro mundo.

Pero el nivel de Jojmá Suprema de Atzilut, constituido por la totalidad de la Torá tal como ésta está contenida en los Diez Mandamientos, se invistió en maljut de Atzilut y de Beriá solamente, y ellos solos, unidos como lo están con la [infinita] luz del Ein Sof que está dentro de ellos, son los denominados la Shejiná que descansaba en el Santo de Santos del Primer Templo por medio de estar investida en los Diez Mandamientos grabados por medios milagrosos en la Tablas [que reposaban] en el Arca. [Lo que es más, los Diez Mandamientos sobre las Tablas eran] obra del Di-s Viviente —Elokím Jaím— [esto es, [expresándolo en términos de las sefirot, biná de Atzilut, conocida como] "el mundo oculto" que anida en el mundo de Beriá, como lo saben aquellos familiarizados con la Disciplina Esotérica].