Un amor más grande e intenso que éste, que se encuentra análogamente oculto en toda alma de Israel como herencia de nuestros antepasados, es aquel definido en Raaiá Mehemná: "Como un hijo que se esfuerza por su padre y madre, a quienes ama incluso más que a su propio cuerpo, alma y espíritu...". [Este modo de servicio no se limita exclusivamente a Moshé,] Pues "¿no tenemos acaso todos un [mismo] Padre?"
Y aunque [uno podría preguntarse:] ¿Quién es el hombre y dónde está, aquel que se atreva a presumir en su corazón a acercarse y lograr aunque fuere una milésima parte del grado de amor sentido por [Moshé,] "el Pastor Fiel"? No obstante, una porción y partícula minúscula de su grandiosa bondad y luz ilumina la comunidad de Israel en cada generación, como se explica en Tikuním que "una emanación de él está presente en cada generación, para iluminarlos...", sólo que este resplandor [del alma de Moshé] se encuentra en todas las almas de Israel de un modo muy oculto y escondido. Pero llevar este amor oculto de su estado latente y velado a [un estado de] revelación, de modo que esté manifiesto en su corazón y mente, es algo que "no está más allá del alcance, ni es muy alejado, sino que es cosa muy cercana a ti, en tu boca y en tu corazón". Es decir, que sea habitual sobre su lengua y en su voz despertar la intención de su corazón y mente para sumir su pensamiento en la Vida de la vida, el bendito Ein Sof, pues él es literalmente nuestro verdadero Padre y la Fuente de nuestra vida, y para despertar nuestro amor por El como el amor de un hijo por su padre. Y cuando la persona se acostumbra a esto continuamente, el hábito se convertirá en naturaleza.