A ello se debe que la Torá considerara necesario prevenir: "Sabe este día y llévalo a tu corazón..." [que "en los cielos arriba y en la tierra abajo, no hay otro"], para que no se te cruce por la mente que los cielos y todas sus huestes, y la tierra y todo lo que la llena, son en mérito propio entidades separadas, y que el Santo, bendito sea, llena todo el mundo del mismo modo en que el alma está investida en el cuerpo, y que El provoca el flujo de la "fuerza vegetativa" en la tierra, y el poder del movimiento en las esferas celestes, y las mueve y dirige de acuerdo a Su Voluntad, tal como el alma mueve al cuerpo y lo dirige de acuerdo a su voluntad. En verdad, sin embargo, la analogía [de alma y cuerpo] no guarda similitud alguna con el objeto en comparación, [la Divinidad y el mundo,] pues el alma y el cuerpo son realmente [entes] separados uno del otro en sus fuentes. La fuente del cuerpo y su esencia cobra existencia no del alma sino de la semilla de su padre y su madre; e incluso después, su crecimiento no es sólo del alma, sino de la alimentación y bebida que ingiera la madre en el curso de los nueve meses [de gestación], y posteriormente de su propia alimentación. No ocurre así, sin embargo, en el caso del cielo y la tierra, pues su mismo ser y esencia fueron traídos a la existencia de la nada y la nulidad absoluta únicamente a través de la "palabra de Di-s" y el "aliento de Su boca". Y también ahora, la palabra de Di-s perdura por siempre [en todas las cosas creadas,] y fluye en ellas continuamente a cada instante, creándolas de nuevo a partir de la nada, tal como, por ejemplo, la creación de la luz del sol dentro del mismísimo globo solar. Así, en realidad, ellos están anulados por completo de la existencia en relación con la "palabra de Di-s" y el "aliento de Su boca", los que están unidos a Su Esencia y Ser, como [esta unión] se explicará luego, tal como la luz solar [está anulada] en el sol. Sólo que estos son Sus poderes de contención, para esconder y ocultar, mediante el atributo de guevurá y tzimtzúm, la fuerza vital que fluye en ellos, de modo que el cielo y la tierra y todas sus huestes parezcan como si fueran entidades de existencia independiente. Sin embargo, el tzimtzúm y ocultamiento es sólo para los [mundos] inferiores, pero en relación con el Santo, bendito sea, "todo, ante El, es considerado como realmente nada", como la luz del sol dentro del sol. El atributo de guevurá de ninguna manera, Di-s libre, oculta de El, pues no es una entidad independiente; más bien, Havaiá es Elokím.