Ahora bien, lo que ha dicho Maimónides, sea su memoria bendición —que el Santo, bendito sea, Su Esencia y Ser, y Su conocimiento, son totalmente uno, una unidad perfecta y de ninguna manera un compuesto— se aplica igualmente a todos los atributos del Santo, bendito sea, a todos Sus sagrados Nombres, y a las denominaciones que los Profetas y Sabios, Le han atribuido —tales como Gracioso, Misericordioso, Benevolente, y similares—. Esto es cierto también respecto de ser [Di-s] llamado Sabio, como está escrito: "Y El también es sabio..."; y análogamente respecto de Su voluntad, [como está escrito:] "Di-s desea a quienes Le temen" y "El quiere realizar bondad", y "El desea el arrepentimiento de los malvados y no desea su muerte y sus maldades" y [del mismo modo:] "Tus ojos son demasiado puros como para contemplar el mal". [Sin embargo,] Su voluntad, Su sabiduría, Su atributo de bondad y piedad, y Sus demás atributos, no agregan pluralidad y composición, Di-s libre, a Su Esencia y Ser, sino que Su Esencia y Ser, y Su voluntad, sabiduría, entendimiento, comprensión, y Su atributo de bondad, poder, piedad y belleza —que se compone de Su bondad y poder—, y del mismo modo Sus demás atributos, todos, constituyen una unidad absolutamente perfecta, que es Su mismísima Esencia y Ser. Y como Maimónides —sea su memoria bendición— declaró: "Esto está más allá de la capacidad de la boca para expresarlo, más allá de la capacidad del oído para escucharlo y del corazón del hombre para conocerlo cabalmente". Pues el hombre visualiza en su mente todos los conceptos que desea concebir y comprender — todos tal como se encuentran dentro de sí mismo. Por ejemplo, si desea observar la esencia de la voluntad, o la esencia de la sabiduría o del entendimiento o de la comprensión, o la esencia del atributo de bondad y piedad y similares, las visualiza todas tal como éstas están dentro de sí mismo. Pero en verdad, el Santo, bendito sea, es "elevado y exaltado" y "Santo es Su Nombre". Es decir, El es Santo y separado por muchas miríadas de grados ad infinítum, muy por encima de la calidad, tipo o clase de alabanzas y exaltaciones que las criaturas pudieran captar y concebir en sus mentes.