Sin embargo, todo esto es en cuanto a la expiación y el perdón del pecado; una vez que se ha arrepentido totalmente, [el ofensor] es perdonado completamente por haber violado el mandato del Rey. [Si se arrepiente por completo,] ningún cargo ni semblanza de acusación es mencionada en su contra en el día del juicio de modo que sea castigado por su pecado, Di-s libre, en el Mundo por Venir; en su juicio allí queda completamente exonerado.

No obstante, a fin de ser aceptable ante Di-s, [tan] querido por El como antes del pecado, como para que su Creador pueda derivar satisfacción de su servicio, [en tiempos pasados] hubiera traído una ofrenda olá [además de su arrepentimiento], incluso por [transgredir] un mandamiento positivo ordinario que no involucra escisión o ejecución. En este espíritu nuestros Sabios en Torat Kohaním interpretan el versículo: "Será aceptado en aras de él". Y así encontramos también en el Talmud, en el primer capítulo de Zevajím, que la ofrenda olá expía por [la violación de] los mandamientos positivos; es un "regalo" [que se ofrece] luego de haberse arrepentido y serle perdonado su castigo.

Esto es como el caso de un hombre que ha disgustado a su rey, lo ha apaciguado a través de intermediarios, y aquel lo ha perdonado; aun así le enviará un regalo, de modo que el rey consienta en que se presente nuevamente ante su soberano. (La expresión "expía" [transcripta del Talmud], y lo escrito en el versículo: "Será aceptado en aras de él, para expiar por él", no se refiere a la expiación de su alma [por el pecado], sino, más bien, [para decirlo de alguna manera,] a su "rehabilitación" ante Di-s, de modo que su Creador derive satisfacción de él, como dice el Talmud allí, y como está escrito: "Será perfecto, para que él sea aceptable").

Hoy en día, cuando no tenemos ofrendas para suscitar el placer de Di-s, el ayuno reemplaza la ofrenda. Como dice el Talmud [que la plegaria de quien está ayunando es:] "Sea mi pérdida de grasa y sangre considerada como si las hubiera ofrendado ante Ti [como sacrificio sobre el altar]".

Es por ello que hay muchos casos de Sabios talmúdicos que, debido a una falta trivial, se sometieron a muy numerosos ayunos. Rabí Elazar ben Azariá, por ejemplo, sostenía que una vaca podía salir vistiendo su correa entre los cuernos en Shabat, mientras que los demás [colegas] Sabios lo prohibían. Cierta vez la vaca de un vecino salió con su correa y Rabí Elazar no protestó. Por no respaldar lo dicho por sus colegas, ayunó tanto que sus dientes ennegrecieron. Análogamente, Rabí Iehoshúa dijo cierta vez: "Me avergüenzo de vuestras palabras, Bet Shamái". También sus dientes se volvieron negros por el ayuno. Y Rav Huná, porque una vez la correa de sus tefilín se dio vuelta, hizo cuarenta ayunos. En verdad, hay [registrados acerca de nuestros Sabios] muchos casos como estos.

Sobre esta base, el AríZal enseñó a sus discípulos, según los principios de la Cabalá, el número de ayunos [a cumplir] por diversas transgresiones, pese a que no implican escisión ni muerte por agencia Divina. Por ejemplo: por la ira, 151 ayunos; incluso por [violar] una prohibición Rabínica, como ser beber el vino de nojudíos, 73 ayunos; análogamente, por descuidar una ordenanza Rabínica positiva, como ser la plegaria — 61 ayunos.

Como norma general, el misterio del ayuno es maravillosamente efectivo para la revelación de la Voluntad Suprema, similar a una ofrenda, de la cual se dice: "Un aroma que place a Di-s". Así, en Isaías encontramos: "¿Llamáis a éste ayuno y día deseable a Di-s?" Evidentemente, un ayuno aceptable es un "día deseable".