Ahora bien, estos atributos emocionales son los aspectos externos del alma. Dentro de ellos están investidos los atributos internos, o sea, las facultades de amor y temor, etc. Esto puede compararse al caso de un padre que confiere [esclarecimiento] a su hijo a causa de su amor por él, y contiene su influencia por su miedo y temor, no sea que [su hijo] llegue a tropiezo alguno, Di-s libre.

La fuente y raíz de estos atributos emocionales internos y externos es el JaBaD (jojmá ("sabiduría"), biná ("entendimiento") y dáat ("comprensión")) del alma de la persona, pues las características emocionales de la persona son en proporción a su intelecto.

Esto es empíricamente evidente; con un niño, por ejemplo, cuyo JaBaD está en un estado de pequeñez, todas sus características emocionales se relacionan, asimismo, con cosas insignificantes. También en los adultos, "Conforme su inteligencia es alabado el hombre". Pues la extensión de su amor y benevolencia se corresponde con la extensión de su sabiduría, y todas sus demás características interiores y exteriores tienen, del mismo modo, su fuente en el JaBaD de él. Lo más importante [para el desarrollo de las emociones espirituales] es el dáat de uno, que deriva de la jojmá y biná de uno. Esto es fácilmente observable, pues las diferencias entre las características emocionales de personas diversas se corresponden con las diferencias en sus respectivos grados de dáat.