Además, en adición a todo lo que se ha mencionado arriba, lo que es más, la radiación de la radiación de la radiación, y todo lo dicho arriba, demuestra su poder y habilidad, [por cuanto es una radiación Divina descendiendo de maljut de Atzilut] al físico Elemento Tierra con una inmensa manifestación superando [la de] los [demás] Elementos [Fuego, Aire y Agua] superiores a él e incluso a las huestes celestiales. Porque estos no tienen el poder y la habilidad de producir constantemente algo a partir de la nada como el Elemento Tierra que constantemente hace que algo brote de la nada, a saber, las hierbas y los árboles.

(En cuanto al mazal, [el ángel individual del destino] "que golpea [cada hierba] y dice: '¡Crece!'", esto tiene lugar [solamente] luego de que la planta ya ha brotado. El mazal no le dice que brote de la nada a la substancialidad, sino sólo que crezca de pequeña a grande, o que dé fruto de su propia especie particular. Pero antes que brote, ¿a quién ordenaría el mazal individual de cada hierba en particular todos sus detalles?)

[Las precedentemente mencionadas plantas de la tierra crecen, entonces,] de la propiedad vegetativa existente dentro de ella, [la tierra,] que es sin substancia y espiritual, mientras que ellas son físicas. Esto es así sólo porque las "piernas" de Adám Kadmón culminan en el nivel más bajo de Asiá. Y "bajo Sus piernas" irradia la [infinita] luz Ein Sof que circunda [—trasciende—] todos los mundos, sin gran interrupción alguna entre ellos, salvo los Igulím de Adám Kadmón solamente. También, el Kav de la luz Ein Sof, que culmina al fin de las "piernas" de Adám Kadmón, irradia de abajo hacia arriba, a modo de Or Jozer, una luz reflejada. Esto es como la investidura [del Kav] en Aríj Anpín, Aba e Ima, y y Nukvá de Atzilut, que irradia como Or Jozer desde maljut de Atzilut; y maljut de Atzilut, [si las sefirot son consideradas] de abajo hacia arriba, es [de este modo] la categoría de kéter, y "su comienzo está enclavado en su final".

De modo análogo es en la culminación del Kav de la luz Ein Sof, culminando al final del Iosher de las "piernas" de Adám Kadmón: éste [Kav] irradia [entonces] de abajo hacia arriba, [del destello de un destello de un destello que se encuentra dentro de la tierra física,] hasta la categoría de la luz de la neshamá de maljut de maljut de Asiá, la cual es Divinidad concreta, originándose en el jitzoniut [—el aspecto exterior—] de los keilím de maljut de Atzilut.

Conforme la afirmación en el Cap. 20 de Sefer HaGuilgulím, citado en Likutéi Amarím, esta radiación del Kav de la [infinita] luz Ein Sof se inviste primero en la luz de Atzilut en Asiá, y de allí a la Beriá y Ietzirá en Asiá, y de ellas a la categoría de la luz de la neshamá del maljut de maljut de Asiá. De esto deriva el poder y fuerza [creadores] en la culminación del klí del maljut de maljut de Asiá dentro del Elemento Tierra.

Este es el efecto constante y eterno, en toda la tierra, de la aserción creadora "Que la tierra produzca hierbas..." (en un modo de infinitud, y no sólo durante los Seis Días de la Creación, como con el mandato "Que las aguas produzcan [una abundancia de criaturas que se arrastran]", y el mandato "Que la tierra produzca seres vivientes". [Estos mandatos derivan] de la jojmá del maljut de maljut de Asiá. Pues durante los Seis Días del Comienzo brilló en este mundo una radiación de la [infinita] luz Ein Sof en un modo de bondad gratuita, sin ninguna elevación [previa] de máin nukvín en absoluto). [El mandato "Que la tierra haga brotar...", en contraste, opera constantemente] para hacer que pastos, árboles y frutos broten a la substancialidad a partir de la nada, constantemente, año tras año. Esta [constancia] es una suerte de infinitud, pues si este mundo fuera a existir por miríadas de miríadas de años, ellos seguirían brotando año tras año. Hay, sin embargo, algunas [plantas, árboles y frutos] que resultan de una [previa] "elevación de máin nukvín", a saber, aquellas que son sembradas y plantadas. No obstante, [también] éstas son como iesh meáin, porque la semilla plantada no tiene proporción alguna con el fruto, ni tampoco con todo el árbol con sus ramas y hojas. Lo mismo se aplica a las diversas especies de semillas y vegetales, y a las diferentes especies de grano: que cientos de granos cobren existencia de un único grano se asemeja a iesh meáin; y cuánto más es así respecto de su paja y espigas de grano.

Ahora bien, estos frutos [que crecen] por medio de una "elevación de máin nukvín" —es decir, sembrando y plantando— son muy, muy superiores a aquellos que surgen por sí mismos, solamente por la propiedad vegetativa del suelo. Y de ello podremos comprender [el concepto de] la atracción de los orot Supremos a los Mundos de Atzilut, Beriá, Ietzirá y Asiá (que es el máximo propósito de la creación del hombre), como está escrito en otra parte.