[Esta epístola es escrita] para despertar el antiguo amor y afecto por la Tierra Santa, de modo que arda como fogosas llamas desde la interioridad del hombre y desde la profundidad de su corazón, como si este mismo día Di-s hubiera puesto Su espíritu sobre nosotros, un espíritu de generosidad, para que el pueblo se ofrezca voluntariamente a consagrarse a Di-s con mano llena y generosa, con un crecimiento tras otro, de año en año, elevándose y superándose continuamente, en consonancia con la medida del [nivel de Divinidad llamado] Kodesh HaElión ("Santidad Suprema"), que irradia hacia la Tierra Santa y es [cualitativamente] renovado constantemente y [cuantitativamente] incrementado, como está escrito: "Por siempre los ojos del Señor, tu Di-s, están sobre ella, desde el comienzo del año hasta el fin del año".

Ahora bien, esta frase —"hasta el fin..."— aparentemente no se entiende, pues al final de un año comienza otro. Por lo tanto, ciertamente [el versículo] debería haber dicho "eternamente".

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Ahora bien, este tema será entendido en base al versículo "Di-s, con jojmá, fundó la tierra (éretz)". Esto significa que el fundamento de Eretz HaElioná —que es el modo de [la influencia creadora Divina que es inmanente y por lo tanto llamada] memalé kol almín (lit., "que llena todos los mundos")—, y [asimismo el fundamento] de la [tierra] inferior, que es [la Tierra de Israel, conocida como] Eretz Jéfetz ("la tierra del deseo [de Di-s]") —que realmente se corresponde con ella, [con su contraparte celestial,] y es llamada por su nombre, Eretz HaJaím ("la tierra de vida")— emana del flujo descendente y radiación de la Jojmá Suprema que es la fuente de la vida suprema, como está escrito: "Jojmá anima a quienes la poseen...". Esta radiación y flujo es renovada anualmente por una luz verdaderamente nueva. Pues Di-s —bendito sea— y Su jojmá son uno, en una unidad absoluta que es llamada "la [infinita] luz Ein Sof", porque no hay límite ni término a la calidad y grandeza de la luz y vitalidad que emana de El y de Su jojmá, en elevación tras elevación, hasta sin fin ni límite, hasta la cima de los niveles más excelsos.

Y cada año desciende e irradia, de la Suprema Jojmá hacia la Eretz HaElioná, una nueva y renovada luz que jamás ha brillado aún. Pues la luz de cada año se retira a su fuente [en la esencia del Ein Sof] en la víspera de cada Rosh HaShaná, "cuando la luna está cubierta". Después, por medio de hacer sonar el shofar y a través de las plegarias, se atrae una luz nueva y superior —de un rango superior aún en el plano de la Jojmá Suprema— para irradiar hacia la Eretz HaElioná y hacia aquellos que moran sobre ella, esto es, hacia todos los mundos superiores e inferiores que reciben su vitalidad de ella —o sea, de la [infinita] luz Ein Sof, y de la Jojmá [de Di-s] investida en ella— como está escrito: "Pues Contigo es la fuente de vida; en Tu luz veremos luz". Esto se refiere a la luz que irradia de la Jojmá Suprema, la fuente de vida. (Y, como es sabido por los eruditos de la Sabiduría Oculta [—los Cabalistas—], cada Rosh HaShaná tiene lugar la nesirá, y [la sefirá de maljut] recibe nuevos, más sublimes, mojín, etc.).

De un modo muy específico, esto tiene lugar cada día. Más sublimes mojín son atraídos con cada plegaria matutina, que no son los mojín originales que se replegaron después de la plegaria [del día anterior], sino más sublimes. En términos generales, en cuanto al mundo como un entero durante los seis mil años [de su existencia], esto ocurre cada Rosh HaShaná.