Está escrito: "¡Cuán bella y cuán placentera eres, ahavá betaanuguím!"
Hay dos clases de amor. La primera es ahavá betaanuguím, que significa que uno se deleita maravillosamente en Di-s, con grande e inmensa alegría, la alegría del alma y su anhelo al experimentar que Di-s es bueno y tan placentera como dulces maravillosamente deliciosos. Es realmente un saboreo previo del Mundo Venidero, donde "[los justos se sentarán con sus coronas sobre sus cabezas y] se deleitarán [en el resplandor de la Presencia Divina]".
Respecto de ésta está escrito: "Regocijáos, justos, en Di-s", y no todos merecen esto. Este es el nivel al que el sagrado Zohar se refiere con la frase kahaná bireutá delibá. Además, de éste se ha dicho: "[Yo concederé a vosotros vuestro sacerdotal] servicio como obsequio", "y el extraño que se aproxime (a esta manera de servicio) [es pasible de muerte]", pues no hay manera de lograrlo por medio de esfuerzos humanos —como sí es posible con el temor a Di-s, sobre el cual [en el otro mundo] se pregunta: "¿Te esforzaste en el temor?", [y asimismo:] "Ay del mortal que no se esforzó en el temor", como está escrito en Reshit Jojmá. Del temor también está escrito: "Si lo buscaras cual plata [y rastrearas por él como por un tesoro oculto, alcanzarías el temor a Di-s...]". Esto demuestra que exige grande e intenso esfuerzo, como cuando se buscan tesoros—. En contraste, este gran amor [ahavá betaanuguím] cae sobre el hombre por sí mismo, desde lo Alto, sin que se prepare y ponga su intención en ello, pero sólo luego de haberse esforzado en [alcanzar] irát haromemút, y luego de haber obtenido el máximo [grado] que puede alcanzar de éste, conforme el nivel de su alma; entonces, por sí mismo, la ahavá betaanuguím viene desde lo Alto para morar con, y unirse a, el temor. Pues, "Es el hábito del hombre buscar [a la mujer]", como está escrito en Likutéi Amarím.