Ahora bien, el aspecto de la bendita Jojmá Divina investida en los 613 mandamientos de la Torá es designada con el nombre de ajoráim ("aspecto posterior") de jojmá. Pues los ajoráim de cualesquiera de las sefirot son los niveles exteriores e inferiores dentro de aquella sefirá, aquellos capaces de descender y extenderse hacia abajo para investirse en seres creados a fin de animarlos. El aspecto del paním ("rostro" o dimensión interior) de la sefirá es la sefirá misma tal como está unida a su Emanador, el bendito Ein Sof, en una unión absoluta. Como, por ejemplo, la sefirá de jojmá: Está unida a su Emanador, el bendito Ein Sof, en una unión absoluta, pues el Santo —bendito sea— y Su Sabiduría, son uno (como se explicara antes). Mas aquello que irradia y se extiende de Su bendita jojmá hasta los limitados y finitos seres inferiores abajo, y se inviste en ellos, es llamado ajoráim y también es considerado el aspecto de Asiá [que hay] dentro de Atzilut.
El significado de esto se comprenderá por medio de una analogía del hombre terrenal, cuya alma abarca cinco rangos, uno inferior al otro. Estos son las facultades del intelecto, los atributos emocionales, el pensamiento, la palabra y la acción, siendo la acción el más bajo de todos ellos. Pues la fuerza vital que se extiende del alma y se inviste en la facultad de acción es como la nada al compararse con la fuerza vital que se extiende del alma y se inviste en la facultad del habla. La última [a su vez] es como la nada al compararse con la fuerza vital que se extiende del alma y se inviste en el pensamiento, en los atributos emocionales, y en el intelecto.
Y precisamente de manera análoga [es] con respecto a la Jojmá Divina, en la medida en que puede expandirse de ella para (influenciar) [investirse] en todos los seres inferiores: es como la nada al compararse con el paním de jojmá, que está unido al bendito Emanador. Pues "Todo lo que está ante El, es considerado como nada". El flujo vivificante para todos los seres creados, que son limitados y finitos, es considerado un descenso y una contracción, para decirlo de alguna manera, respecto del Emanador, el bendito Ein Sof, tal como, metafóricamente hablando, se consideraría un descenso y contracción para el intelecto de la persona inteligente el contraerse para alguna actividad puramente física y material.
Moshé Rabeinu, quien captó tan alto como el nivel posterior de jojmá, mereció por lo tanto que la Torá fuera entregada por su intermedio, siendo ella el novlot ("vestigio atenuado") de la Jojmá Suprema, es decir, aquello que fluye de ella y hacia abajo, y se inviste en nuestra Torá física. Pues su núcleo y objeto máximo es la observancia de los mandamientos positivos y prohibitivos, concretamente y en la acción real, en el espíritu del versículo: "Para hacerlos este día". [Similarmente, nuestros Sabios enseñaron:] "El estudio de la Torá es más grande [que la observancia de los mandamientos] porque éste conduce al cumplimiento [de aquellos]". Análogamente: "Aquel que estudia con la intención de no hacer, mejor le hubiera sido si su placenta se hubiera dado vuelta...". En efecto, todo individuo precisa reencarnarse hasta haber observado concretamente la totalidad de los 613 mandamientos, como se sabe del AríZal.