Ahora bien, la penitencia, esencialmente, está en el corazón, pues a través del remordimiento de lo profundo del corazón uno despierta la [correspondiente] profundidad de esta luz suprema. Pero a fin de evocar [esta luz] de modo que irradie en los mundos superiores e inferiores, es necesario un estímulo concreto desde abajo en la forma de acción, es decir, la práctica de caridad y bondad sin límite ni medida. Pues tal como el hombre dispensa rav jésed ("una infinita abundancia de bondad [חסד]") o sea, jas deleit/ח״ס דלי״ת —[significando jas, las dos primeras letras de jésed:] "él se apiada" [y la última letra, dalet, deletreada completa, en arameo:] "aquel que no tiene", implicando [que dispensa su bondad] a individuos totalmente desvalidos que no tienen (deleit lei/דלי״ת ליה) nada propio, sin fijar un límite o medida a su entrega y concesión— del mismo modo el Santo, bendito sea, difunde Su luz e influencia benigna en el espíritu de jésed superior, conocido como rav jésed, el que irradia infinitamente, sin límite o medida, dentro de los mundos superiores e inferiores. Pues en cuanto a El, bendito sea, todos están en un estado de deleit ("no tienen nada"), por cuanto nada propio tienen en absoluto, y todos, ante El, son considerados como nada. Todos los defectos que el hombre causó en lo Alto —en los mundos superiores e inferiores— por medio de sus faltas, resultan rectificados de esa manera. Y éste es el significado del versículo: "Di-s prefiere tzedaká y justicia por sobre ofrendas", porque los sacrificios se definen en términos de cantidad, dimensión y limitación, mientras que la caridad puede dispensarse sin límite, con el propósito de rectificar los propios pecados.
Y en cuanto a aquello que está escrito: "Quien dilapida [en su caridad], no gastará más de un quinto [de sus ingresos]" — esto se aplica sólo a quien no ha pecado, o a quien ha rectificado sus pecados por medio de mortificaciones y ayunos, como en efecto deberían ser rectificados todos los defectos en lo Alto. Pero en cuanto a aquel que aún precisa remediar su alma, la curación del alma obviamente no es una prioridad menor que la del cuerpo, donde el dinero no cuenta, [y, como declara el versículo:] "Todo lo que el hombre tiene, lo entregará en aras de su alma".