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Tehilim Diario

Capítulos 135-139

El Tehilím constituye un diálogo franco entre el hombre mortal y su Padre Celestial.

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Capítulo 135

Alabad a Dios. Alabad el Nombre de Adonái; ofreced alabanzas, vosotros, servidores de Adonái que os halláis en la Casa de Adonái, en los atrios de la Casa de nuestro Dios. Alabad a Dios porque Adonái es bueno; cantad a Su Nombre, porque El es grato. Porque Dios ha elegido a Iaacov para Sí, a Israel como Su preciado tesoro. Porque yo sé que Adonái es grande, nuestro Amo es más grande que todos los seres excelsos. Todo lo que Adonái deseó, lo ha hecho, en los cielos y en la tierra, en los mares y todos los abismos. El eleva las brumas desde los confines de la tierra; hace relámpagos para la lluvia; extrae el viento desde Sus bóvedas. Fue El quien golpeó a los primogénitos de Egipto, desde hombre hasta bestia. El envió señales y prodigios en medio de Egipto, sobre el Faraón y todos sus siervos. Fue El quien golpeó muchas naciones y mató reyes poderosos: a Sijón, rey de los amoritas, a Og, rey de Bashán, y a todos los reinos de Canaán. Y El dio las tierras de ellos como herencia. Una herencia a Su pueblo Israel. Adonái, Tu Nombre es eterno; Adonái, el recuerdo de Ti es a través de todas las generaciones. En efecto, Adonái juzgará en beneficio de Su pueblo, y tendrá compasión de Sus servidores. Los ídolos de los pueblos son plata y oro, producto de las manos de los hombres. Tienen boca, mas no pueden hablar; tienen ojos, mas no pueden ver; tienen oídos, mas no pueden oír; ni hay aliento en su boca. Aquellos que los hacen se volverán como ellos — todos los que confían en ellos. Casa de Israel, bendecid a Adonái; Casa de Aharón, bendecid a Adonái; Casa de Leví, bendecid a Adonái; vosotros que teméis a Adonái, bendecid a Adonái. Bendito es Adonái desde Tzión, que mora en Jerusalén, alabad a Dios.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

Derechos Reservados.

Capítulo 136
Este Salmo tiene 26 versículos, en correspondencia con las 26 generaciones desde la creación del mundo hasta la Entrega de la Torá.

Alabad a Adonái pues El es bueno, pues Su bondad es eterna. Alabad al Dios de los seres excelsos, pues Su bondad es eterna. Alabad al Amo de las huestes celestiales, pues Su bondad es eterna. Quien obra grandes maravillas solo, pues Su bondad es eterna. Quien crea los cielos con entendimiento, pues Su bondad es eterna. Quien extiende la tierra sobre las aguas, pues Su bondad es eterna. Quien hace las grandes luminarias, pues Su bondad es eterna. El sol para regir de día, pues Su bondad es eterna. La luna y estrellas para regir de noche, pues Su bondad es eterna. Quien golpeó a Egipto a través de sus primogénitos, pues Su bondad es eterna. Y sacó a Israel de en medio de ellos, pues Su bondad es eterna. Con mano fuerte y con brazo extendido, pues Su bondad es eterna. Quien partió el Iam Suf en fracciones, pues Su bondad es eterna. E hizo pasar a Israel a través de él, pues Su bondad es eterna. Y zarandeó al Faraón y a su ejército dentro del Iam Suf, pues Su bondad es eterna. Quien condujo a Su pueblo a través del desierto, pues Su bondad es eterna. Quien golpeó a grandes reyes, pues Su bondad es eterna. Y dio muerte a poderosos reyes, pues Su bondad es eterna. A Sijón, rey de los amoritas, pues Su bondad es eterna. Y a Og, rey de Bashán, pues Su bondad es eterna. Y dio su tierra como herencia, pues Su bondad es eterna. Una herencia a Israel Su servidor, pues Su bondad es eterna. Quien en nuestra humillación nos recordó, pues Su bondad es eterna. Y nos redimió de nuestros opresores, pues Su bondad es eterna. Quien da alimento a toda carne, pues Su bondad es eterna. Alabad al Dios del cielo, pues Su bondad es eterna.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

Derechos Reservados.

Capítulo 137
Alidiendo a la época de la destrucción del Templo, este Salmo cuenta de cuando Nabucodonosor pidió a los Levitas cantar en cautiverio como lo hacían en el Templo; estos replicaron: "¿Cómo podemos entonar la canción de Dios en suelo foráneo?" Entonces fueron consolados por la Inspiración Divina.

Junto a los ríos de Babilonia, allí nos sentamos y lloramos al recordar a Tzión. Allí, sobre los sauces colgamos nuestras arpas. Pues allí nuestros captores nos exigieron canciones, y aquellos que se mofaron de nosotros, regocijándose, [diciendo,] "Cantad para nosotros de las canciones de Tzión". ¿Cómo hemos de cantar la canción de Adonái sobre suelo extraño? Si te olvidare, Jerusalén, que mi mano derecha olvide su destreza. ¡Que mi lengua se adhiera a mi paladar sino te recordare, si no he de traer a la mente a Jerusalén durante mi mayor alegría! Recuerda, Adonái, en contra de los edomitas, en el día de la destrucción de Jerusalén, cuando dijeron: "¡Arrasadla, arrasadla hasta sus mismos cimientos!" Oh Babilonia, destinada a ser desolada, dichoso Aquel que te retribuya por lo que nos has infligido. Dichoso Aquel que tome y estrelle a tus infantes contra el peñasco.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

Derechos Reservados.

Capítulo 138
David ofrece portentosas alabanzas a Dios por su bondad hacia él, y por cumplir Su promesa de concederle el reinado.

Por David: Te agradeceré con todo mi corazón, en presencia de príncipes Te alabaré. Me prosternaré hacia Tu santo Santuario, y loaré Tu Nombre por Tu bondad y por Tu verdad; pues has enaltecido Tu palabra por sobre todos Tus Nombres. En el día en que Te llamé me contestaste, Tú me has embravecido, [poniendo] fortaleza en mi alma. Adonái, todos los reyes de la tierra Te agradecerán cuando oyen las palabras de Tu boca. Y cantarán de los caminos de Adonái, pues la gloria de Adonái es grande. Pues aunque Adonái es excelso, ve al humilde; el Altísimo reprende desde lo lejos. Si camino en medio de la angustia, mantenme vivo; contra la cólera de mis enemigos estira Tu mano, y que Tu diestra me salve. Adonái, completa [Tu bondad] por mí. Adonái, Tu bondad es para siempre, no abandones la obra de Tus manos.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

Derechos Reservados.

Capítulo 139
Una Salmo muy prominente que orienta al hombre en las sendas de Dios como ningún otro en todo el libro. Afortunado quien lo recita a diario.

Para el Director del Coro, por David, un Salmo: Adonái, me has sondeado, y Tú sabes. Conociste mi estar sentado y mi estar de pie; percibes mi pensamiento de lejos. Tú circundas mi andar y yacer; Todos mis caminos Te son familiares. Pues aún no había una palabra sobre mi lengua, y he aquí, Adonái, Tú lo supiste todo. Tú me rodeaste por delante y por detrás, has colocado Tu mano sobre mí. El conocimiento [para huir de Ti] está más allá de mí; es excelso, no puedo saberlo. )Dónde puedo ir [para escapar] de Tu espíritu? )Y dónde puedo huir de Tu presencia? Si asciendo a los cielos, estás allí; si tiendo mi lecho en la sepultura, allí estás. De tomar yo alas como el amanecer y morar en lo más remoto del mar, allí, también, Tu mano me orientaría; Tu diestra me sostendría. Si yo dijera: "Ciertamente la oscuridad me oscurecerá", entonces la noche sería como luz para mí. Hasta la oscuridad nada oscurece de Ti; y la noche brilla como el día, la oscuridad es como luz. Pues Tú creaste mi mente; me cubriste en la matriz de mi madre. Te agradeceré, pues fui formado de manera maravillosa e imponente; insondables son Sus obras, aunque mi alma percibe mucho. Mi esencia no estaba oculta a Ti incluso mientras nací en ocultamiento, formado en las profundidades de la tierra. Tus ojos contemplaron mi forma cruda; todas [las ocurrencias] están inscriptas en Tu libro; aun ésas a formarse en días futuros, a El le son lo mismo. (Cuán preciosos me son Tus pensamientos, Dios! (Cuán imponentes, [incluso] sus principios! Si los contara, superarían a la arena, aun si yo permaneciera despierto y siempre contigo. Si aniquilaras al malvado, Dios, y los hombres de sangre [a quienes digo:] "(Apártense de mí!" Ellos Te enaltecen por planes malvados, Tus enemigos [Te] alzan para falsedad. Por cierto, odio a quienes Te odian, Adonái; pelearé con quienes se alzan contra Ti. Los odio con odio extremo; los considero como mis propios enemigos. Examíname, Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos. Mira si hay conducta torcida en mí, y entonces condúceme en la manera del mundo.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

Derechos Reservados.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

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Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

Derechos Reservados.
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