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Tehilim Diario

Capítulos 44-48

El Tehilím constituye un diálogo franco entre el hombre mortal y su Padre Celestial.

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Capítulo 44
El salmista gime por el amargo exilio. Nosotros y la Torá somos humillados a diario: "Dios los cambió por otra nación". Fuimos cual ganado para matadero. Corresponde que Dios nos redima, por Su gran Nombre que nos acompaña en el exilio.

Para el Director del Coro, por los hijos de Kóraj, un Maskíl: Dios, con nuestros oídos hemos escuchado; nuestros padres nos contaron los actos que Tú realizaste en sus días, en los días de antaño. Tú, con Tu propia mano, expulsaste a los pueblos y los implantaste. Tú afligiste naciones y las echaste. Porque no por su espada ellos poseyeron la tierra, ni su propio brazo les ayudó, mas por Tu diestra, Tu brazo, y la luz de Tu semblante — porque Tú los favoreciste. ¡Sólo Tú eres mi Rey, Dios! ¡Ordena la salvación de Iaacov! Por Tu intermedio cornearemos a nuestros opresores; por Tu Nombre someteremos a nuestros oponentes. Pues no confío en mi arco, ni mi espada me salvará. Pues Tú nos salvaste de nuestros adversarios, y a quienes nos odian Tú avergonzaste. En Dios hemos glorificado todo el día, y Tu Nombre para siempre agradeceremos, sela. Incluso cuando nos abandonaste y humillaste, y no salías con nuestros ejércitos. Tú nos hiciste retroceder del adversario, y quienes nos odian pillaron para sí. Nos liberaste cual carnero para ser devorado, y entre las naciones nos esparciste. Vendiste a Tu nación por ninguna fortuna, y no aumentaste su precio. Nos pusiste como desgracia para nuestros vecinos, burla y escarnio para nuestro entorno. Nos pusiste como ejemplo vil entre los pueblos, una causa para que las naciones sacudieran sus cabezas. Todo el día mi humillación está delante de mí, y mi vergüenza me cubre, la voz del calumniador y blasfemo, delante del enemigo y vengador. Todo eso vino sobre nosotros, y, entretanto, no Te olvidamos ni falsificamos Tu pacto. Nuestro corazón no se retiró, ni nuestros pasos se desviaron de Tu camino. Incluso cuando Tú nos afligiste en el lugar de Taním y nos cubriste con la sombra de la muerte, ¿olvidamos el Nombre de nuestro Dios y extendimos nuestras manos a un dios extraño? ¿Acaso Dios no escudriña esto? El conoce los secretos del corazón. Pues por Tu causa somos martirizados todo el día, considerados ovejas para el matadero. ¡Despierta! ¿Por qué pareces dormir, mi Señor? ¡Recuerda! ¡No nos abandones por siempre! ¿Por qué ocultas Tu rostro, ignoras nuestra aflicción y opresión? Pues postrada al polvo está nuestra alma, pegado a la tierra nuestro estómago. ¡Levántate! ¡Sé nuestra ayuda, y redímenos en aras de Tu benevolencia!

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

Derechos Reservados.

Capítulo 45
El salmista lo compuso refiriéndose al Mashíaj. Narra su grandeza, atributos, gloria, riqueza y reino; y declara que Israel lo espera y dice, una generación tras otra: "¿Cuándo vendrá?"

Para el Director del Coro, sobre Shoshaním, por los hijos de Kóraj, un Maskíl, un canto de afecto: Mi corazón está agitado con un buen tema, Digo: "Mis trabajos son propios de un rey, mi lengua es la pluma de un hábil escriba". Tú eres bello, más que otros hombres, el encanto se derrama sobre tus labios; por lo tanto, Dios te bendecirá para la eternidad. Ciñe tu espada sobre tu muslo, poderoso, tu majestad y tu esplendor. Y ése es tu esplendor: ten éxito, cabalga en verdad y justa humanidad. Que esto te guíe a temibles acciones con tu diestra. Tus flechas son afiladas, naciones caen bajo ti, en el corazón de los adversarios del rey. Tu trono, juez, es por siempre jamás. El cetro de la equidad es el cetro de tu reino. Tú amas la integridad y odias la perversidad; por eso Dios, tu Dios, te ungió con aceite de alegría por encima de tus pares. Mirra, áloes y casia son todas tus vestimentas, más fino que palacios de marfil será el Mío que te agradará. Hijas del rey te visitan, erecta está la reina a tu derecha en joyas de oro de Ofir. Oye, doncella, mira e inclina tu oído, olvida a tu pueblo y a la casa de tu padre. Entonces el Rey deseará tu belleza, pues El es tu Señor. Prostérnate a El. Como para la hija de Tiro, con homenaje buscarán tu presencia los más ricos de la nación. Toda la gloria de la princesa está con ella interiormente, de engarces de oro es su atuendo. En prendas bordadas es llevada al rey. Las vírgenes en su cortejo son sus compañeras, son conducidas a ti. Ellas son llevadas con alegría y júbilo, entran al palacio del Rey. Sucediendo a tus padres, están tus hijos. Los nominarás como líderes por todo el país. Conmemoraré Tu Nombre por todas las generaciones. Por lo tanto, las naciones Te reconocerán por siempre jamás.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

Derechos Reservados.

Capítulo 46
Este Salmo cuenta de la época de Og y Magog [la Era Mesiánica], cuando todos depondrán las armas y en el mundo dejará de haber guerras.

Para el Director del Coro, para los hijos de Kóraj, por Alamot, un cántico: Dios es para nosotros refugio y fuerza, una ayuda muy accesible en la aflicción. De modo que no debemos temer la transformación de la tierra, y el colapso de las montañas en el centro del mar. Sus aguas enfurecerán y estarán turbadas, montañas rugirán siempre en Su gloria. El río — sus corrientes alegrarán a la Ciudad de Dios, el santificado lugar de morada del Altísimo. Dios está dentro de ella; ella no se estremecerá; Dios ayudará al romper la aurora. Naciones rugen, reinos se derrumban. El alzó Su voz y la tierra se disolverá. Adonái de las huestes está con nosotros; nuestra fortaleza por siempre es el Dios de Iaacov, sela. Vayan y vean las obras del Señor, quien forjó devastación en la tierra. El hace el cese de las guerras hasta el final la tierra, el arco El quebrará, partirá la lanza, las carrozas consumirá en fuego. ¡Desistan! Sepan que Yo soy Dios, seré enaltecido entre las naciones, exaltado sobre la tierra. Adonái de las huestes está con nosotros; nuestra fortaleza por siempre es el Dios de Iaacov, sela.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

Derechos Reservados.

Capítulo 47
Tras la batalla de Gog y Magog [en la Era Mesiánica] no habrá más guerra. Dios nos concederá salvación y el privilegio de ascender al Gran Templo; amén.

Al Director del Coro; un Salmo por los hijos de Kóraj: Naciones todas, batid palmas; haced sonar [el shofar] para Dios con sonido de júbilo. Pues Adonái es supremo, reverencialmente temible, un gran Rey sobre toda la tierra. El somete a los pueblos debajo de nosotros; a las naciones debajo de nuestros pies. El elige nuestra herencia para nosotros, la gloria de Iaacov a quien El ama eternamente. Dios asciende por medio de la teruá, Adonái — por medio del sonido del shofar. Cantad, cantad a Dios; cantad, cantad a nuestro Rey. Pues Dios es Rey sobre toda la tierra; cantad, hombres de entendimiento. Dios reina sobre las naciones; Dios está sentado sobre Su santo trono. Los más nobles de las naciones están reunidos, la nación del Dios de Avraham; pues los protectores de la tierra pertenecen a Dios; El es ensalzado sobremanera.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

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Derechos Reservados.

Capítulo 48
Profetisa sobre la Era Mesiánica, alabando una Jerusalén reconstruida y las ofrendas traídas allí. En ese momento Israel dirá: "Como hemos oído de los Profetas, tuvimos el mérito de ver".

Un Salmo por los hijos de Kóraj: Grande es Adonái y sumamente alabado en la ciudad de nuestro Dios, Su montaña santa. Hermoso en paisaje, el júbilo de toda la tierra es el Monte Tzión, en las laderas septentrionales, la ciudad del gran Rey. Dios Se dio a conocer en sus ciudadelas como una torre de fortaleza. Pues he aquí, los reyes se juntaron, y avanzaron de común acuerdo [para invadirla]. Vieron [las maravillas del Todopoderoso] y se asombraron; quedaron aterrados, huyeron precipitadamente. Fueron sobrecogidos por el temblor allí, por dolores como los de una parturienta; [fueron destruidos como] por un viento del este que quebranta las naves de Tarshísh. Como hemos oído, así hemos visto en la ciudad de Adonái de las huestes; en la ciudad de nuestro Dios; que Dios la afirme por toda la eternidad. Dios, hemos estado esperando [la revelación de] Tu bondad dentro de Tu Santuario. Así como Tu Nombre, Dios, [es grande,] así es Tu alabanza hasta los confines de la tierra; Tu diestra está llena de justicia. Alégrese el Monte Tzión, los pueblos de Iehudá regocíjense, a causa de Tus juicios. Rodead a Tzión, ceñidla, contad sus torres; considerad atentamente sus murallas, observad sus altas ciudadelas, para que lo podáis relatar a una generación posterior. Porque este Dios es nuestro Dios por siempre jamás; El nos conducirá eternamente.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

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