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Tehilim Diario

Capítulos 39-43

El Tehilím constituye un diálogo franco entre el hombre mortal y su Padre Celestial.

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Capítulo 39
David reza por sus sufrimientos; no los objeta pero lamenta que le impidan estudiar Torá siendo tan escasos los días del hombre, "y si no ahora, ¿cuándo?", pues podría morir hoy o mañana. Por eso pide su supresión, para estudiar Torá y adquirir un lugar en el Mundo Venidero.

Para el Director del Coro, para Iedutún, un Salmo por David: Dije: "Guardaré mis sendas de pecar con mi lengua. Cuidaré mi boca con una mordaza, ahora que el perverso está delante de mí". Me torné mudo con el silencio, estuve silencioso del bien; y mi dolor se intensificó. Mi corazón se encendió dentro de mí, en mis contemplaciones ardió un fuego; entonces declaré abiertamente: Hazme saber, Adonái, mi fin y la medida de mis días, ¿cuál es? Entonces concebiré cuán deficiente soy. Como medidos de a palmos Tú hiciste mis días, mi tiempo de vida es como la nada delante de Ti. Todo es absoluta futilidad, toda la existencia humana por siempre. En total oscuridad el hombre hace su camino, total futilidad ansía. Acumula riquezas; con todo, no sabe quién las recogerá. Y ahora, ¿para qué confío, mi Señor? ¿Cuál es mi expectativa de Ti? Líbrame de todas mis transgresiones; no me pongas por bochorno delante de toda la generación. Estuve mudo, no abrí mi boca, porque Tú lo hiciste. Aparta de mí Tu plaga; por la hostilidad de Tu mano estoy devastado. Con reproches por la iniquidad castigaste al hombre; descompones como el gusano su carne preciosa, total futilidad y toda humanidad, sela. Oye mi plegaria, Adonái, a mi clamor presta oídos; no Te quedes mudo a mis lágrimas, pues extranjero soy Contigo, residente como todos mis antepasados. Libérame para que pueda recuperar mi fuerza antes de partir y no estar más.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

Derechos Reservados.

Capítulo 40
Habla de las maravillas de Dios para el pueblo judío, y pregunta: “¿Quién puede expresar su poderío? ¡Hablaría de ellas, pero son muy abundantes!” Creó el mundo y partió el mar, pero no desea sacrificios sino que oigamos Su voz.

Para el Director del Coro, por David, un Salmo: Estaba confiado y confié, de modo que El Se inclinó hacia mi y oyó mí clamor. El me alzó de a poco de las aguas turbulentas, del fango inmundo; colocó mis pies sobre una roca; afirmó mis pasos. Puso en mi boca una nueva canción, un himno para nuestro Dios. Multitudes verán y temerán, y confiarán en Adonai. Dichoso el hombre que hace de Adonái su confianza, y no se volvió al arrogante y a aquellos que se desvían en pos de falsedades. Mucho has hecho, Adonái, mi Dios. Tus maravillas y Tus pensamientos son para nosotros, nadie se puede comparar a Ti. ¿Puedo contar o hablar de ellas? Son demasiado poderosas para relatar. No deseaste ofrenda ni sacrificio, mas oídos receptivos abriste para mí. No solicitaste holocaustos ni ofrendas por pecado. Entonces dije: “¡He aquí que llegué!” En el Rollo del Libro está escrito de mí. Cumplir Tu voluntad, mi Dios, deseé, y Tu Torá está dentro de mis entrañas. Anuncié Tu rectitud en una vasta asamblea. Es que mis labios no contengo; Adonái, Tú sabes. Tu rectitud no oculté dentro de mi corazón. De Tu fidelidad y de Tu salvación hablé. No negué Tu benevolencia y Tu verdad de la vasta asamblea. Adonái, no retengas de mí Tus piedades; que Tu bondad y Tu verdad me cuiden continuamente. Pues maldades sin número me cercaron, mis pecados me alcanzaron y no pude ver; fueron más que los cabellos de mi cabeza y mi corazón se debilitó. Plázcate, Adonái, socorrerme; Adonái, apresúrate en mi asistencia. Que ellos sean puestos a vergüenza y en desgracia, aquellos que buscan mi vida, para ponerle fin. Que ellos retrocedan y sean humillados, aquellos que me desean mal. Que sean sorprendidos por su merecida vergüenza, aquellos que me dicen: “¡Ajá! ¡Ajá!” Que ellos se regocijen y alegren en Ti, todos los que Te buscan. Que siempre digan: “¡Sea Adonái engrandecido!”, aquellos que aman Tu salvación. En cuanto a mí, soy pobre y necesitado. Mi Señor, piensa en mí. Tú eres mi asistencia y Aquel que hace mi fuga. Mi Dios, no Te demores.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

Derechos Reservados.

Capítulo 41
Un Salmo que enseña muchos buenos rasgos de carácter, e inspira a ser conciente al hacer caridad, sabiendo a quién dar primero. Dichoso quien tiene en cuenta al enfermo, cubriendo sus necesidades.

Para el Director del Coro, un Salmo de David. Dichoso aquel que cuida sabiamente del menesteroso. [Por lo tanto,] en el día de calamidad, Adonái lo salvará. Adonái lo preservará y mantendrá vivo; dichoso será en la tierra, El no lo entregará a merced de sus adversarios. Adonái lo fortalecerá en el lecho de enfermedad; todas sus dolencias se conmutarán [para bien] durante su enfermedad. En cuanto a mí, dije: "¡Adonái, apiádate de mí! ¡Cura mi alma, pese a que pequé contra Ti!" Mis adversarios hablan mal de mí; [dicen:] "¿Cuándo morirá, y su nombre perecerá?" Si [uno de ellos] viene a verme, habla [conmigo] hipocresía. En su corazón reúne información maliciosa; al salir, ¡entonces habla [de mí]! Todos mis enemigos murmuran en conjunto acerca de mí, en mi contra maquinan hacerme daño. [Dicen:] "¡El resultado de su malicia se derrama en su interior! Una vez que cayó enfermo, ¡que no se levante más!" Incluso mi aliado en quien confié, que come mi pan, hizo abundar en mi contra a los acechadores. Mas Tú, Adonái, ¡apiádate de mí y álzame [de mi enfermedad]! Entonces les retribuiré [su merecido a mis enemigos]. Con esto sabré que Te satisfaces conmigo, que [no permitirás que] mi adversario cante victoria sobre mí. Yo, por mi candor, Tú me sostuviste y me alzaste [saludablemente] erguido ante Ti para siempre. Bendito sea Adonái, el Dios de Israel, desde [la creación de] el mundo hasta [las generaciones de] el Mundo [Venidero]. ¡Amén y Amén!

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

Derechos Reservados.

Capítulo 42
Un Salmo estimulando el corazón insensible a la pérdida, ser expulsados de la mesa del Padre. Si fueran sabios, comprenderían cuán bueno es ver a Dios en los tres Festivales de Peregrinación con alegría y reverencia, libres de adversidad y daño. Ponga Dios misericordia ante nosotros, para siempre.

Para el Director del Coro, un Maskíl, por los hijos de Kóraj: Como un venado suplica por las fuentes de agua, así suplica mi alma por Ti, Dios. Mi alma está sedienta de Dios, Dios vivo. ¿Cuándo vendré y me presentaré ante Dios? Mis lágrimas fueron mi sustento, día y noche, pues ellos se burlaron de mí todo el día: "¿Dónde está tu Dios?" Esto recuerdo y derramo mi alma dentro de mí, cuando pasé con la multitud, marchando cautelosamente con ella hasta la Casa de Dios, con cántico alegre y gratitud, una multitud celebrante. ¿Por qué estás deprimida, alma mía, y por qué ansías por mí? ¡Espera a Dios! Pues aún Le agradeceré por las salvaciones de Su Presencia. Dios mío, dentro mí mi alma está deprimida, porque Te recuerdo — desde la tierra del Jordán, y los picos del Jermón, del Monte Mitzor. Aguas profundas a aguas profundas claman al bramido de Tus torrentes; todas Tus olas y ondas pasaron sobre mí. De día Adonái ordena Su bondad, y en la noche Su canción está conmigo, una plegaria al Dios de mi vida. Diré a Dios: "Mi Roca, ¿por qué me olvidaste? ¿Por qué debo caminar en tristeza por causa de la opresión de mis adversarios?" Como una espada en mis huesos son los insultos de mis atormentadores cuando ellos me injurian todo el día: "¿Dónde está tu Dios?" ¿Por qué estás deprimida, alma mía, y por qué ansías por mí? ¡Espera a Dios! Pues aún Le agradeceré — mi salvación, la luz de mi semblante y mi Dios.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

Derechos Reservados.

Capítulo 43
Una plegaria acerca de la magnitud de las vicisitudes que hemos padecido a manos de naciones impías. Quiera Dios enviar al Mashíaj y al Profeta Elías, quienes nos conducirán al Templo para ofrendar como antaño.

Véngame, Dios, y patrocina mi causa contra un pueblo sin benevolencia. Ayúdame a escapar de un impostor y de la iniquidad. Pues Tú eres el Dios de mi poder, ¿por qué me abandonaste? ¿Por qué debo caminar en tristeza por causa de la opresión de mi adversario? Envía Tu luz y Tu verdad, ellas me guiarán. Ellas me traerán al monte de Tu Santuario y a Tus moradas. Para que yo pueda ir al altar de Dios, al Dios del placer de mi júbilo, para alabarte con arpa, Dios, mi Dios. ¿Por qué estás deprimida, alma mía, y por qué ansías de mí? ¡Espera a Dios! Pues aún Le agradeceré, mi salvación, la luz de mi semblante y mi Dios.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

Derechos Reservados.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

Derechos Reservados.
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