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Tehilim Diario

Capítulos 55-59

El Tehilím constituye un diálogo franco entre el hombre mortal y su Padre Celestial.

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Capítulo 55
David dijo este Salmo al huir de Jerusalén por causa de los difamadores, Doag y Ajitófel, que decían que merecía morir. Consideraba amigo a Ajitófel, honrándolo, pero éste lo traicionó y quebró su pacto. David maldice a todos sus enemigos, para que todas las generaciones "sepan, y dejen de pecar".

Para el Director del Coro, con instrumentos musicales, un Maskíl por David: ¡Presta oídos, Dios, a mi plegaria, no desdeñes mi súplica! Préstame atención y respóndeme cuando me lamento en mi aflicción y gimo. Por el grito del adversario, a causa de la opresión del perverso, pues ellos me acusan de maldad y apasionadamente me odian. Mi corazón se estremece dentro de mí y los temores de la muerte me asaltan. El temor y el miedo me penetran, me domina el horror. Entonces dije: "¡Quien diera en mí alas como una paloma! ¡Volaría y hallaría descanso! Vagaría a la distancia, pernoctaría en el desierto por siempre. Me apresuraría a abrigarme del viento violento, de la tempestad. Consume, Dios, y confunde sus lenguas, pues he visto violencia y disputa en la ciudad. Día y noche ellos circunvalan sus murallas; la iniquidad y el desorden habitan su interior. La traición está dentro de ella, si apartarse de su plaza, están el fraude y la decepción. Pues no hay adversario que pueda ultrajarme y yo lo soporte; ningún enemigo crecer tanto contra mí que yo me esconda de él. Tú eres un hombre igual a mí; tú eres mi guía y mi mentor. Con quien, juntos, compartimos dulce consejo; por la casa de Dios caminamos con la multitud. Que El incite la muerte contra ellos; que caigan al abismo, vivos, pues el mal está en sus moradas y en ellos. Mas yo, a Dios clamaré y Adonái me salvará. De noche, de mañana y de tarde suplico y gimo, y El oye mi voz. El redime mi alma en paz de las batallas que se aproximaron a mí, en consideración a las multitudes que estuvieron conmigo. Mi Dios oirá y les responderá —Aquel que está entronizado desde otrora, eternamente — contra aquellos que ignoran su propia muerte y no temen a Dios. El extendió sus manos contra los que están en paz, violó su alianza. Más suaves que la manteca fueron las palabras de su boca, pero su corazón estaba en guerra; sus palabras eran más blandas que el aceite, sin embargo, eran maldiciones. Arroja a Adonái tu carga y El te sustentará. El nunca permitirá que el justo esté abatido. Y Tú, Dios, los arrojarás al abismo más profundo; los hombres sanguinarios y embaucadores no vivirán la mitad de sus días; mas yo confiaré en Ti.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

Derechos Reservados.

Capítulo 56
David compuso este Salmo cuando corría peligro mortal en el palacio de Ajísh, hermano de Goliat. En su angustia, hace diversas promesas.

Para el Director del Coro, sobre Ionat Elem Rejokím, por David, un mijtám cuando los filisteos lo capturaron en Gat: Favoréceme, Dios, pues hombres ansían engullirme; el día entero el guerrero me oprime. Todo el día mis atentos adversarios aspiran engullirme, pues muchos guerrean contra mí, Altísimo. El día en que temo, confiaré en Ti. En la rigurosa justicia de Dios, alabaré Su palabra. Confié en la rigurosa justicia de Dios, no temeré. ¿Qué puede hacerme la carne? Todos los días ellos hacen penosas mis palabras; en cuanto a mí, todos sus pensamientos son para el mal. Ellos se juntan, se ocultan, observan todos mis pasos, siempre que prevén [oportunidad para capturar] mi alma. Por iniquidad, expélelos; en cólera, derrumba las naciones, Dios. Mi deambular Tú Mismo contaste; deposita mis lágrimas en Tu odre. ¿No están en Tu registro? Entonces, mis adversarios retrocederán el día en que clamé; lo sé, Dios está conmigo. En la rigurosa justicia de Dios, alabo Su palabra; en la misericordia de Adonái, alabo Su palabra. Confié en la rigurosa justicia de Dios, no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre? Sobre mí, Dios, están Tus promesas; saldaré ofrendas de gracias. Pues Tú liberaste mi alma de la muerte, hasta mis pies de tropezar. Para caminar delante de Dios en la luz de la vida.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

Derechos Reservados.

Capítulo 57
Un Salmo de David al ocultarse de Shaúl en una cueva, en serio peligro. Como Iaacov al enfrentar a Eisav, rezó que no sea muerto ni deba matar. En mérito a su fe, Dios hizo maravillas para salvarlo.

Para el Director del Coro, una súplica para ser salvado de la destrucción, por David, un Mijtám, cuando huyó de Shaúl, en la cueva. Favoréceme, Dios, favoréceme, pues mi alma se refugió en Ti. A la sombra de Tus alas me refugiaré hasta que pase la traición. Clamo a Dios, supremamente sublime, al Dios que hace para mí. El enviará del cielo y me salvará de la desgracia de aquellos que desean engullirme, sela. Dios enviará Su misericordia y Su verdad. Mi alma está entre leones; yazgo con hombres irascibles, personas cuyos dientes son lanzas y flechas, y cuya lengua es una espada afilada. Sé exaltado encima de los cielos, Dios, sobre toda la tierra esté Tu gloria. Ellos preparan una red para mis pasos, mi alma es encorvada, cavaron una fosa delante de mí, caerán en ella, sela. Mi corazón esta imperturbable, Dios; mi corazón está imperturbable; cantaré y haré música. Despierta, alma mía, despierta, con arpa y lira; despertaré el alba. Te agradeceré dentro de los pueblos, Dios, cantaré a Ti entre las naciones, Pues grande hasta los cielos es Tu benevolencia y hasta las alturas superiores está Tu verdad. Sé exaltado encima de los cielos, Dios, esté Tu gloria encima de toda la tierra.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.

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Derechos Reservados.

Capítulo 58
David expresa su angustia por Avner y sus demás enemigos, quienes justificaban su persecución por parte de Shaúl.

Para el Director del Coro, una súplica para ser salvado de la destrucción, por David, un Mijtám: ¿Es verdad que guardas silencio? ¡Justicia deberías hablar, juzgar a las personas con equidad! Incluso en tu corazón cometes males, pesa en la tierra la violencia de tus manos. Extraños son los perversos desde el útero, perdidos desde el nacimiento andan los habladores de falsedad. Su ponzoña es como el veneno de la serpiente, como una víbora sorda que cierra su oído, a fin de no escuchar la voz de los encantadores, de los oradores más habilidosos. Dios, arrasa sus dientes en sus bocas, fragmenta los molares de los leoncillos, Adonái. Que sean despreciables, tragados como en agua corriente. Apunte El sus flechas para derribarlo. Como el caracol que se derrite y desvanece, como un nacido prematuro de mujer que no ha visto el sol. Antes de que tus ollas sientan los espinos, sea con poder, sea con cólera, El lo asolará. El justo se regocija cuando ve retribución; sus pies él bañará en la sangre del perverso. Y el hombre dirá: "Realmente hay recompensa para el justo; en verdad, hay un Dios juzgando en la tierra.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

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Derechos Reservados.

Capítulo 59
Las plegarias y súplicas de David cuando, con grandes milagros, eludió el peligro huyendo por una ventana sin que los centinelas lo notaran.

Para el Director del Coro, una súplica para ser salvado de la destrucción, por David, un mijtám, cuando Shaúl despachó [hombres] para cuidar la casa [de David,] para [capturarlo y] matarlo: Rescátame, Dios mío, de mis enemigos; levántame por encima de quienes se alzan contra mí. Sálvame de los malhechores, de hombres sanguinarios líbrame. Pues mira, ellos acechan por mi alma, poderosos se reúnen contra mí, no a causa de mi pecado ni mi transgresión, Adonái. Sin iniquidad [de mi parte,] corren y se preparan. ¡Despierta hacia mí y mira! Y Tú, Adonái Dios de las huestes, Dios de Israel, despierta para recordar a todas las naciones; no concedas favor a ninguno de los inicuos traidores, jamás. Regresan hacia el atardecer, aúllan como el perro y merodean por la ciudad. He aquí que expresan con sus bocas, espadas hay en sus labios, pues [dicen:] "¿Quién oye?" Pero Tú, Adonái, Te ríes de [lo que dicen] ellos; Te mofas [ellos como] de todas las naciones. [A causa de] su poderío, a Ti aguardo, Dios es mi fortaleza. El Dios de mi bondad me adelantará [mi necesidad]; Dios me mostrará [la caída] de mis enemigos vigilantes. No los mates, no sea que mi nación olvide; condúcelos con Tu poder y empobrécelos — ¡Oh Escudo nuestro, mi Amo! — [por] el pecado de su boca, la palabra de sus labios; que los atrape su arrogancia. [La gente] hablará a la vista de su deterioro y maldito estado. Consúmelos en furia, consúmelos y no estarán más; y sabrán que Dios gobierna en Iaacov, hasta los confines de la tierra, sela. Regresarán hacia el atardecer, aúllan como el perro y merodean por la ciudad. Vagarán para [buscar qué] comer; cuando no se saciarán, gemirán. En cuanto a mí, cantaré de Su poder, y cantaré alegremente de Tu bondad hacia la mañana, has sido una fortaleza para mí, un refugio el día de mi angustia. [Tú eres] mi fuerza, a Ti cantaré, pues Dios es mi protección, el Dios de mi bondad.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

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Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

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Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

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