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Tehilim Diario

Capítulos 35-38

El Tehilím constituye un diálogo franco entre el hombre mortal y su Padre Celestial.

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Capítulo 35
Una imponente y maravillosa plegaria acerca de los enemigos de David; que sean como afrecho al viento, perseguidos por el ángel de Dios. También declara que todo resulta de la asistencia Divina.

Por David: Combate, Adonái, a mis adversarios, libra guerra contra mis atacantes. Sujeta escudo y armadura y levántate en mi defensa. Extrae la lanza y el hacha delante de mis perseguidores. Di a mi alma: "Yo soy tu salvación". Sean avergonzados y caigan en desgracia aquellos que procuran mi vida; que retrocedan y sean humillados quienes planean mi mal. Haz que sean como afrecho al viento; y que el ángel de Adonái los aparte. Sea su camino oscuro y resbaladizo, persiguiéndolos. Porque sin motivo me ocultaron en una fosa con su red, sin razón cavaron para matarme. Que la oscuridad venga sobre ellos inesperadamente; que su propia red, que él ocultó, lo atrape. Que caiga en el sheól. Y mi alma se alborozará en Adonái, se alegrará en Su salvación. Declare todo mi ser: ¡Adonái, Quién es como Tú, que salva al pobre del que es más fuerte que él, al pobre y al menesteroso del que iba a robarle! Falsos testigos se alzan; me pregunta lo que yo no sé. Me retribuyen mal por bien, muerte para mi alma. Pero, en cuanto a mí, cuando ellos enfermaban, mi ropa era arpillera y me afligí con ayuno. En cuanto a mí, que mi plegaria regrese a mi propio pecho. Como por un compañero, como por mi propio hermano, procedí; como en luto por una madre, me encorvé desoladamente. Pero cuando vacilé, ellos se alborozaron y se unieron; en mi contra se unieron los cojos — no sé por qué. Ellos se enfurecieron contra mí y no fueron silenciados. Por causa de la lisonja y la burla ofrecida por comida, rechinaron sus dientes contra mí. Mi Señor, ¿cuánto puedes soportar? Haz volver mi vida de la oscuridad de ellos, mi alma de los leoncillos. Te agradeceré en una gran congregación; delante de una poderosa multitud te loaré. Que ellos no se regocijen por mí, mis adversarios, por una causa falsa; o aquellos que me odian infundadamente, que sus ojos no guiñen. Pues no es paz lo que ellos hablan, y contra el pueblo de la tierra subyugado traman falsamente. Ellos abren ampliamente sus bocas en mi contra. Dicen: "¡Ajá! ¡Ajá! ¡Nuestros propios ojos vieron!" Tú viste, Adonái, no calles. Mi Señor, no Te quedes lejos de mí. Recuerda y despierta para mi juicio, Mi Dios, mi Señor, por mi causa. Júzgame conforme Tu integridad, Adonái, mi Dios, y que ellos no se regocijen de mí. Que no digan en sus corazones: "¡Regocíjense nuestras almas!" Que no digan: "¡Lo hemos tragado!" Que sean avergonzados y humillados juntos aquellos que se alegran de mi desgracia; que sean vestidos en bochorno y desprecio quienes se engrandecen por mi causa. Que canten en júbilo y se alegren quienes desean mi rectitud. Que siempre digan: "¡Sea glorificado Adonái! ¡El, que desea la paz de su servidor!" Entonces mi lengua expresará Tu rectitud; todo el día, Tu alabanza.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

Derechos Reservados.

Capítulo 36
Un mensaje a quien sigue a su Inclinación al Mal que le dice: "No pongas el temor a Dios ante ti", llevándolo a pecar glorificando a sus ojos las malas acciones. Así actúa: "Desciende y corrompe, asciende y acusa".

Para el Director del Coro, para el siervo de Adonái, por David: Las palabras de transgresión del perverso están en mi corazón; no hay temor delante de sus ojos. Pues es resbaladizo el camino delante de él, haciéndole encontrar su iniquidad, para odiarlo. Las palabras de su boca, maldad y falsedad, él dejó de reflexionar para hacer el bien. En su lecho trama el mal. Se yergue en un sendero que no es de bien; no desprecia el mal. Adonái, para los cielos fue Tu benevolencia. Tu fidelidad es hasta las alturas supremas. Tu rectitud es [tan grande] como las poderosas montañas; Tus juicios se extienden al inmenso abismo; Tú salvas al hombre y a la bestia, Adonái. ¡Cuán preciosa es Tu benevolencia, Dios! Los hombres se refugian a la sombra de Tus alas. Serán saciados con el deleite de Tu Casa y Tú los abrevarás del mar de Tu dicha. Porque contigo está la fuente de la vida; en Tu luz vemos luz. Concede Tu benevolencia sobre los que Te conocen, y Tu rectitud a los rectos de corazón. No me traigas el pie del arrogante, y que la mano de los perversos no me mueva. Allí cayeron los que practican el mal, derrumbados e incapaces de levantarse.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

Derechos Reservados.

Capítulo 37
David insta a su generación a no envidiar el éxito del malvado; ello podría hacerle caer en sus fechorías. En cambio, que deposite su fe en Dios, conduciéndose con honestidad, y Dios Se ocupará de todo.

Por David: No compitas con los que hacen el mal; no envidies a los malhechores. Pues, como hierba serán rápidamente cortados. y como vegetación verde serán secados. Confía en Adonái y haz el bien, para que puedas habitar la tierra y ser alimentado por la fe. Ten placer en Adonái, para que El pueda concederte los deseos de tu corazón. Lanza tu camino a Adonái, confía en El y El hará. El hará salir tu integridad como una luz, y tus juicios como el sol del mediodía. Guarda silencio ante Adonái y aguárdalo ansioso. No procures competir con quien prospera, con el hombre que ejecuta malicias. Desiste de la cólera y abandona la ira. No busques la competencia; ella te traerá apenas perjuicio. Pues los malos serán eliminados, mas aquellos que confían en Adonái heredarán la tierra. Apenas un poco más y no habrá perverso alguno; tú observarás su lugar y el ya no estará allí. Mas los humildes heredarán la tierra y gozarán en paz abundante. El perverso planea contra el justo y rechina los dientes hacia él. Pero mi Señor ríe de él, pues ve que su día se aproxima. Los perversos desenvainaran una espada y tensarán su arco para abatir al pobre y al necesitado, para degollar a los de camino recto. Sus espadas se incrustarán en sus propios corazones y sus arcos se quebrarán. Mejor un poco con el justo que una multitud de muchos perversos. Pues los brazos de los perversos serán quebrados, mientras que el sostén de los justos es Adonái. Adonái está atento a los días de los perfectos; su herencia durará por siempre. Ellos no serán avergonzados en momento de calamidad; en días de hambre serán saciados. Pues los perversos perecerán, y los adversarios de Adonái, como pasto de valles, consumidos, como humareda son consumidos. El malvado toma prestado y no devuelve, mas el recto actúa con gracia y da. Porque los bendecidos por El heredarán la tierra, mientras que los por El maldecidos serán extirpados. Por Adonái, los pasos del hombre fuerte son firmes, su camino El aprobará Si cae, no será rechazado, pues Adonái sostiene su mano. Fui joven y también envejecí, pero no vi a un justo abandonado, ni a su simiente mendigando pan. Todos los días él presta graciosamente, y sus hijos son una bendición. Apártate del mal y haz el bien, para que puedas morar por siempre. Pues Adonái ama la justicia y no abandona a Sus devotos. Eternamente serán protegidos, mientras que los hijos de los perversos serán extirpados. Los justos heredarán la tierra y en ella morarán por siempre. La boca del justo expresa sabiduría, y su lengua habla justicia. La Torá de su Dios está en su corazón; sus pasos no vacilan. El perverso vigila al justo y procura darle muerte. Pero Adonái no lo abandonará a su mano, ni dejará que sea condenado en su juicio. Confía en Adonái y cuida Su camino; entonces El te elevará para heredar la tierra. Al ser extirpados los perversos lo verás. Vi un perverso implacable, arraigado como un fresco árbol añoso. Con todo, desapareció y he aquí que no está más; entonces, lo busqué y no fue encontrado. Guarda al perfecto y cuida al recto, pues hay un destino para el hombre de paz. Los pecadores serán destruidos juntos, el destino de los perversos es ser extirpados. La salvación de los justos es de Adonái; El es su fortaleza en momentos de aflicción. Adonái los ayuda y los libera; El los libera de los inicuos y los salva, por cuanto han puesto su confianza en El.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

Derechos Reservados.

Capítulo 38
Una plegaria para todo individuo, por la extensión del exilio. En la angustia, reza este Salmo. De ahí su introducción: "Un salmo... para recordación" [de que se lo recite en la aflicción]. De éste se pueden aprender numerosas lecciones.

Un Salmo por David, para recordación: Adonái, no me reprendas en Tu enojo, no me castigues en Tu ira. Pues Tus flechas han caído en mí, y Tu mano bajó sobre mí. No hay perfección en mi carne por causa de Tu ira, paz en mis huesos por causa de mi pecado. Pues mis iniquidades me inundaron; como una carga pesada son penosas, superiores a mí. Pútridas y descompuestas son mis llagas, a causa de mi locura. Estoy excesivamente inclinado y encorvado; el día entero ando en desolación. Pues mi pensamiento íntimo está lleno de futilidad, y no hay perfección alguna en mi carne. Estoy muy abatido y aplastado. Clamo por los gemidos de mi corazón. Mi Señor, ante Ti está toda mi ansiedad; mi suspirar no se oculta de Ti. Mi corazón se conmociona; mi fuerza, abandonándome. La luz de mis ojos, tampoco está conmigo. Mis amigos y compañeros son indiferentes a mi aflicción, mis parientes guardan distancia. Colocan trampas, los que procuran mi vida; quienes buscan molestarme hablan traiciones, el día entero piensan falsedades. Por eso, como un sordo, no oigo, como un mudo que no abre su boca. Me convertí como en un hombre que no puede entender y en cuya boca no hay refutación alguna. Por causa de Ti, Adonái, esperé. Tú responderás, mi Señor, mi Dios. Pues pensé: "¡Tal vez ellos se alegrarán por mí, al vacilar mi pie ellos exultarán malignamente sobre mí!" Pues siempre tiendo a cojear, y mí dolor está ante mí permanentemente. Por causa de mi iniquidad, pienso, lamento mi pecado. Mas mis adversarios abundan con vida, se tornan grandes aquellos que me odian sin motivo. Aquellos que retribuyen mal por bondad me hostigan por procurar yo el bien. No me abandones, Adonái, mi Señor. No te quedes lejos de mí. Apréstate en mi asistencia, Señor mío, mi salvación.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

© Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización escrita de la Editorial.

Derechos Reservados.

Extraído del libro Tehilím con Fonética y Español, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

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Derechos Reservados.
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